Visitar y cuidar a los enfermos

La primera obra de misericordia corporal, que Jesucristo hizo en su descripción del Juicio Final, fue visitar y cuidar a los enfermos.

Hay que estar claros, que para practicar la palabra de Jesucristo, tenemos que hacer cosas por los demás, pero a veces nos cuesta entender que los demás empiezan por los que están más cerca de nosotros: un compañero, un amigo o un familiar, que está enfermo, no está nada mal ir a visitarlo.

¿Por qué visitar y cuidar a los enfermos?

Es una obra de misericordia visitar a los enfermos, sobre todo los crónicos y terminales, quienes necesitan de atención, consuelo, una palabra de aliento y contacto físico, y así ayudarles a emprender el viaje hacia la muerte sin temor.

La enfermedad es un camino duro y difícil para quien la sufre, muchas veces la noticia es repentina, en ocasiones es curable y en otras es irreversible hasta esperar la muerte, por ello, es de gran ayuda para el enfermo  estar en compañía de seres queridos. Sufrir acompañados por quienes nos aman de verdad alivia casi tanto o más que un calmante.

 Quien está sano, al ofrecer su tiempo, cercanía, palabras y cuidado, durante días o meses a quien padece de una enfermedad, realiza un acto de misericordia y aprende a mirar al prójimo con los ojos de Cristo.

De esta manera quien está sano, al cuidar y visitar enfermos, actúa de buen corazón, de acuerdo a la palabra de Jesucristo; vive el mensaje de amor y del servicio que se conmueve y acompaña al otro, dejando a un lado los propios temores y los planes personales.


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