Su nombre es Tomas de Aquino, y nació en el año 1224 o 1225 en Roccasecca, Nápoles, Reino de Silicia; su fallecimiento se da el día 7 de marzo del año 1274 en Abadía de Fossanova, Lacio, Italia.
Tomas de Aquino logra nacer en el seno de una familia muy numerosa, esta también tenía sangre noble germana. Su padre llamado Landolfo, también tenía descendencia de condes de Aquino, y un parentesco directo con Federico II. Su madre se llamaba Teodora y era hija de unos condes llamados Taete y Chieti.
Tomás de Aquino pudo recibir su primera educación cuando apenas tenía la edad de cinco años, esto en la abadía de Montecasino. Se destaca que desde que era un niño tenía una especie de devoción especial, incluso se dice que cuando era un bebé, él no quería soltar un papiro que decía “ave maría” y se aferraba a él como no lo hacía con ninguna otra cosa.
Lo primero que comenzó a aprender era la gramática, la música, la moral y hasta religión, se desarrolló en estas cosas hasta el año de 1239, en cierto momento el emperador Federico II hizo el decreto de expulsar a los monjes. Ya a finales de ese mismo año, Tomas tuvo la oportunidad de entrar a la Universidad de Nápoles, esto por medio de las artes liberales, las cuales él pudo introducir junto a la lógica aristotélica.
En el año de 1244, se pudo sentir muy intensamente llamado a llevar una vida austera y sobre todo intelectual, esto lo aprendió gracias al evento de Nápoles al que asistió, y rápidamente pudo unirse a su orden, debido a que tenía una amistad muy sincera con el maestro general Juan de Wildeshausen.
¿Cómo era Tomas de Aquino en la vida espiritual?
Con respecto a la fe y la razón
Tomas de Aquino tenía un pensamiento muy distinto, el cual partía de la superioridad que tienen las verdades de la teología en comparación con las que son racionales, todo dependía de la sublimidad de su fuente y también su objeto de estudio: es decir, Dios.
El asegura que la razón no es suficiente para poder conocer a Dios, sin embargo, es posible demostrar por medio de la filosofía que hay una forma de alcanzar un conocimiento verdadero.
La esencia de Dios
Tomas de Aquino nos dejó muy en claro que no tenemos la opción de contemplar a Dios como tal, de hecho, la mejor forma para poder conocerle es a través de su revelación directa: a través de la biblia.
Ahora bien, si usamos un punto de vista completamente filosófico, entonces sabemos que la forma de conocer a Dios es por medio de la razón natural.
Oración a Santo Tomas de Aquino
Santo Tomas de Aquino, siempre vio a Dios como algo incomprensible por nuestra razón, es decir, en sus oraciones él le pedio a Dios que nosotros pudiéramos comprenderle a través de su palabra y la fe, no por medio de nuestro entendimiento, y si lo teníamos que no nos bloqueara.
Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra.
Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Angeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma.
Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento !Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.
!Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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