En estos tiempos, muchos viven privados de libertad, ya bien sea por crímenes cometidos e inocentes que no cometieron un delito, siendo todos son víctimas de vejaciones y privación de sus derechos; pero el peor cautivo es aquel que el pecado no le permite ser feliz.
Por ello la sexta obra de misericordia de Jesucristo propone redimir al cautivo.
¿Por qué redimir al cautivo?
En términos del cristianismo redimir significa: librar a una persona de una obligación, de un dolor o de una situación penosa; es por esto, que Jesucristo nos llama a tener misericordia con los presos, ya que ellos están pagando una deuda con la justicia, y tienen la necesidad de sentirse queridos y perdonados por Dios.
La redención de un cautivo comienza cuando se le visita, se le reconoce como ser humano, digno de ser amado, y se le brinda compasión y perdón, seguramente de ahí nacerá su arrepentimiento.
A veces, las personas privadas de libertad se ven condenadas no solo por la ley sino por ellos mismos, por su familia y por la sociedad, y esto suele generar odio, amargura y desesperación; en cambio el amor implica exigir justicia, reconocer los derechos y los deberes del prójimo, y también exige practicar el perdón con misericordia, evitando el odio, el rencor y la venganza.
Estuve preso y me viniste a visitar, realmente cuando nosotros ponemos en práctica la obra de misericordia de redimir al cautivo, le llevamos atención, oración y ayuda, está recibiendo el perdón y la libertad de Dios, libertad que alcanza su plenitud cuando él se arrepiente de sus pecados.