La explicación a esta Parábola de la perla de gran precio es, en términos más comprensibles, la siguiente:
El sujeto del comerciante que busca perlas finas somos nosotros, los seres humanos, que buscamos incansablemente la verdad. Un propósito para nuestra vida y para todo lo que hacemos, aprendemos, logramos, alcanzamos, superamos, más allá de los méritos propios, de la satisfacción de nuestras necesidades más superficiales.
Esa verdad que es la de Dios, su amor y su bondad, que nos ofrece Jesús a través de su obra y predicación. Esa perla de gran valor que llega a nuestras manos es, entonces, la oportunidad de aferrarnos a la palabra y verdad del Señor. Entonces, se daría lugar a la parte más inusual, sino la más compleja, pero a su vez más crucial, pues ya que tenemos fe en Dios, está en nuestras manos coordinar que lo que creemos y lo que hacemos tenga coherencia. En otras palabras; que lo que pensamos sea lo que hagamos, siempre con dirección y motivo en Dios y su palabra, pero que actuemos.
Que la fe no se quede en nuestras oraciones y nuestras alabanzas, en nuestras peticiones, en agradecer. Dios debe estar presente en nuestras acciones y ser el guía de las mismas. Por ello, en la parábola se hace referencia a que el comerciante se va y vende cuanto tiene para comprar la perla de gran valor
Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: un comerciante que busca perlas finas. Si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tiene y la compra.
Parábola de la perla de gran precio versículo
Mateo 13:45-46
45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,
46 Que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.