La oración de sanación para nuestra familia es una petición de paz, amor, bondad, tranquilidad y armonía que le hacemos a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, para que en todo momento sea él quien intervenga en nuestros hogares, sean en momentos de dificultad como sean en momentos de riqueza, él estará presente en todo momento. Con esta oración le pedirás a Jesús que llene a tu familia de bendiciones, que cure con su mano protectora cada uno de los miembros enfermos que mi familia conforman, que borre todo recuerdo que provoque algún trauma emocional, que sea él bendiciendo nuestros hogares en cada instante.
A continuación, te enseñaré la oración para sanar la familia.
¡Mi Señor! En nombre de cada miembro que conforma mi familia, hoy acudo a ti. Señor, en cada uno de los designios de cariño que nos has tenido a nosotros, nos has puesto en ella y nos conectaste a cada uno de los que la conformamos. Antes que nada, te agradezco con todo el corazón por cada uno de mis familiares, por todo el amor, cariño y apoyo que he recibido de tu parte a través de ellos, así que te queremos alabar y glorificar como forma de agradecimiento por tan merecido regalo. Por medio de la familia y dentro de la familia, tú nos diste la dicha de vivir y quisiste que formáramos un lazo de amor entre nosotros.
Hoy mi Señor, te pedimos que tú nos atravieses con tus poderes sanativos a cada uno de los presentes y en ausencia, para que así obres en amor para nosotros. En primer lugar, te pedimos perdón y queremos ser perdonados, por las faltas de amor que se han presentado en el hogar, por los actos ordinarios, por nuestra falta de comunicación, por a veces no ser el conducto de amor que tú les ofreces a ellos.
Jesús, antes que nada, te pedimos que ingreses y expandas el corazón de cada uno de nosotros y cures las heridas causadas por nuestras experiencias que requieren ser sanadas por tu mano milagrosa. Tú nos conoces de lado a lado, más que nosotros mismos nos conocemos, de tal manera, invade con tu amor cada costado de nuestro corazón. Donde quieras que encuentres – el niño herido-, siéntelo, consciéntelo, y desátalo para que sea libre.
Cabalga nuevamente por nuestras vidas, la de cada uno de nosotros, desde el inicio, desde que nacimos. Limpia las líneas hereditarias y libéranos de todas las cosas que influyeron de manera negativa en ese instante. Bendícenos cuando estuvimos siendo formados por nuestra madre en su vientre, para que así no tenga dificultades u obstáculos, que eviten o aceleren el nacimiento justo, déjame desarrollar mi plenitud.
Danos las ansias de querer nacer y cura todo dolor o trauma que pudo habernos causado un daño durante nuestro nacimiento, bien sea corporal, mental o emocional. ¡Te agradezco, mi Señor! por tu presencia en el momento del nacimiento de cada uno de los que aquí te glorificamos, gracias por haber sido tú quien nos recibió en la tierra, dándonos tu apoyo, ofreciéndote de tal manera que jamás me abandonaste ni defraudaste.
Mi Señor, te pido recorras mi infancia y muestres tu luz en ella, para que ilumines los malos recuerdos que me tienen encadenado. Si en la niñez necesitamos el amor maternal, envíanos a tu madre, la Santísima Virgen María, para que ella nos abrigue y nos dé lo que no tuvimos. Pídele que nos acurruque a cada uno, que nos abrace con el alma, que nos lea historias infantiles antes de dormir, para que así llene el hueco vacío que solo una madre puede ocupar.
Es posible que el «niño interior» siente la falta de una figura paternal. Mi Señor, permíteme alzar la voz y gritar con todas mis fuerzas: ¡Papá! ¡Papaito!. Si necesitábamos amor paternal y que nos alzaran en los fuertes brazos de un padre alguno de nosotros, para sentir seguridad y confianza, te pedimos que seas tú quien nos levantes y nos permitas sentir la magnífica fuerza de tus brazos protectores. Restablece nuestra fe y danos la valentía que requerimos para afrontar las dificultades que se nos presentan, porque tenemos más que claro, Señor, que serás tú con tu amor y bondad quienes nos levantarán si caemos o tropezamos.
Cabalga nuestras vidas, mi Señor, y abrázanos los días que fuimos maltratados. Cierra las heridas de los momentos que nos aterraron, que nos hicieron bloquearnos nosotros mismos y sobre protegernos para que ninguna persona las atravesara. Si alguno de nosotros se ha sentido desamparado, solitario y abandonado por la sociedad, bríndanos por intercesión de tu amor que todo lo cura, un nuevo rumbo de nuestras vidas, para que le veamos otro sentido a las personas y a mí mismo.
¡Señor Jesús, mi Salvador, acudimos hoy hacia ti, todos los miembros de mi familia y te rogamos que cures nuestras relaciones, para que sean relaciones sanas llenas de amor, comunicación y ternura, para que nuestra familia sea semejante a la tuya. Te pedimos, por medio de tu madre, la Señora de los Ángeles, que cada uno de nuestros aposentos sean símbolos de paz, bondad y armonía, un sitio donde tú estés presente y sepamos la experiencia que es vivir contigo. ¡Gracias, mi Señor!