Oración de Protección muy poderosa contra Todo Mal.

La Oración de Protección muy poderosa contra Todo Mal se basa específicamente en proteger mi alma, mi espíritu, mi cuerpo y mi mente. Con breves palabras, podrás expulsar de ti todos los demonios que te agobian con su presencia, las maldiciones que irrumpen en tu vida, los hechizos de brujería, santería y demás que entran con intenciones de dañarte. Con esta oración, podrás evitar que regresen hacia ti, alejando definitiva y absolutamente estos males del mundo, las pesadillas que invaden tu mente, enviándolos directamente hacia el mismísimo infierno del que salieron a molestar. Si lo que necesitas de paz en ti, esta oración te la brindará totalmente.

A continuación, te mostraré como es la Oración Protectora contra Todo Mal.

Espíritu de nuestro señor, Espíritu de nuestro creador Dios, Nuestro Padre, Hijo y Espíritu Santo, La Santísima Trinidad, Nuestra Virgen Inmaculada, arcángeles, ángeles y demás Santos del cielo, guíen su luz hacia mí.

Moldéame, Mi señor, unifícame y entra en mí, contrólame.

Saca de mí todas la maldad que me persigue y que poseo, mátalas, entiérralas, para que mi alma pueda estar en paz y yo pueda inculcar paz.

Saca de mí las maldiciones, los hechizos, magia negativa, mal de ojo, oraciones santas, amarres y los maleficios; contagio diabólico y el vicio diabólico. Todas las maldades, la envidia, el pecado, los celos y arrogancia; Enfermedades físicas, mentales, morales y por medio de todo lo diabólico.

Todas las maldades expúlsalas al fuego del averno, para que jamás vuelvan a salir y no me toquen ni puedan tocar al mundo.

Pido y deseo con el corazón, en el nombre del Dios creador, Jesucristo nuestro liberador de pecados, por obra y gracia de nuestra Virgen Inmaculada, a todas las maldiciones, todos mis malestares, todos los demonios que habitan en mí, que se vayan, que se alejen inmediatamente de mí, que me abandonen absolutamente y no regresen, vuelvan a su infierno eterno y de ahí no salgan jamás.

Seréis pisados y atados, maltratados y escupidos, todo eso en manos de San Miguel arcángel, por San Gabriel, por San Rafael; tu atadores, pisoteados por el talón de nuestra Virgen Santísima Inmaculada.

Amén.


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