EVANGELIO DEL DOMINGO, 14 DE OCTUBRE DE 2018:
Conoce el evangelio del día, evangelio de hoy 14 de Octubre del 2018: Primera lectura, el salmo, segunda lectura y el evangelio o palabra de Dios.
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA 7, 7-11
Por eso oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella.
No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como barro.
La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso.
Junto con ella me vinieron todos los bienes, y ella tenía en sus manos una riqueza incalculable.
SALMO
SALMO 89
Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones».
El cielo celebre tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos,
porque ¿quién es comparable al Señor en las alturas?
¿quién como el Señor entre los hijos de Dios?
Dios es temible en el consejo de los santos,
más grande y terrible que cuantos están a su alrededor,
Señor, Dios del universo, ¿hay alguien como tú?
Tú eres fuerte y estás rodeado de fidelidad.
Tú dominas la soberbia del mar
y calmas la altivez de sus olas;
tú aplastaste a Rahab como a un cadáver,
deshiciste a tus enemigos con tu brazo poderoso.
Tuyo es el cielo, tuya la tierra:
tú cimentaste el mundo y todo lo que hay en él;
tú has creado el norte y el sur,
el Hermón y el Tabor aclaman tu Nombre.
Tu brazo está lleno de poder,
tu mano es fuerte, alta es tu derecha;
la Justicia y el Derecho son la base de tu trono,
el Amor y la Fidelidad te preceden.
¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte!
Ellos caminarán a la luz de tu rostro;
se alegrarán sin cesar en tu Nombre,
serán exaltados a causa de tu justicia.
Porque tú eres su gloria y su fuerza;
con tu favor, acrecientas nuestro poder.
Sí, el Señor es nuestro escudo,
el Santo de Israel es realmente nuestro rey.
Tú hablaste una vez en una visión
y dijiste a tus amigos:
«Impuse la corona a un valiente,
exalté a un guerrero del pueblo.
Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso.
El enemigo no lo aventajará,
ni podrán oprimirlo los malvados:
yo aplastaré a sus adversarios ante él
y golpearé a los que lo odian.
Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
extenderé su mano sobre el mar
y su derecha sobre los ríos.
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».
Yo lo constituiré mi primogénito,
el más alto de los reyes de la tierra.
Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él;
le daré una descendencia eterna
y un trono duradero como el cielo.
Si sus hijos abandonan mi enseñanza
y no proceden de acuerdo con mis juicios;
si profanan mis preceptos
y no observan mis mandamientos,
castigaré sus rebeldías con la vara
y sus culpas, con el látigo.
Pero a él no le retiraré mi amor
ni desmentiré mi fidelidad;
no quebrantaré mi alianza
ni cambiaré lo que salió de mis labios.
Una vez juré por mi santidad
–¡jamás mentiré a David!–:
«Su descendencia permanecerá para siempre
y su trono, como el sol en mi presencia;
como la luna, que permanece para siempre,
será firme su sede en las alturas».
Pero tú te has irritado contra tu Ungido,
lo has rechazado y despreciado;
desdeñaste la alianza con tu servidor,
profanaste por tierra su insignia real.
Abrirse brechas en todas sus murallas,
redujiste a escombros todas sus fortalezas;
los que pasan por el camino lo despojan,
y es la burla de todos sus vecinos.
Alzaste la mano de sus adversarios,
llenaste de alegría a sus enemigos;
mellaste el filo de su espada
y no lo sostuviste en el combate.
Le quitaste su cetro glorioso
y derribaste por tierra su trono;
abreviaste los días de su juventud
y lo cubriste de vergüenza.
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Te ocultarás para siempre?
¿Arderá tu furor como el fuego?
Recuerda, Señor, qué corta es mi vida
y qué efímeros creaste a los hombres.
¿Quién vivirá sin ver la muerte?
¿Quién se librará de las garras del Abismo?
¿Dónde está, Señor, tu amor de otro tiempo,
el que juraste a David por tu fidelidad?
Recuerda, Señor, las afrentas de tu servidor:
yo tengo que soportar los insultos de los pueblos.
¡Cómo afrentan las huellas de tu Ungido!
¡Bendito sea el Señor eternamente!
¡Amén! ¡Amén!
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 4, 12-13
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
EVANGELIO DEL DÍA
SAN MARCOS 10, 17-30
Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?».
Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.
Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre».
El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme».
El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!».
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios».
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?».
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible».
Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.