Santa Teresa de Lisieux. Mejor conocida también como Santa Teresita del Niño Jesús, fue una religiosa francesa a quien conmemoramos el 1 de octubre como santa de la Iglesia Católica. Perteneció a las Carmelitas Descalzas y nace un 2 de enero del año 1873. Declarada patrona universal de las misiones.
A la edad de cinco años, Santa Teresa de Lisieux pierde a su madre, a quien adoraba y admiraba desde temprana edad, por lo que parte de su felicidad se ve frustrada por este evento. Si bien recibe todo el amor del mundo por parte de sus queridísimas hermanas, perder a su padre sería una continua tristeza para la pequeña Teresa.
Su padre, también le demostró infinito cariño a su entristecida hija, y se esforzaría por enseñarle la hermosura y el amor que se encontraba vivo en el mundo terrenal, para intentar ese vacío que su madre habría dejado con su partida. Una de sus hermanas entraría con el pasar de los años a las carmelitas, y nuevamente, Santa Teresa, quien veía a esa hermana como una segunda madre, sentiría que había perdido a un ser muy importante en su vida. Pero dentro de ese sufrimiento, encontraría su vocación para interesarse en pertenecer a las carmelitas francesas.
A sus quince años de edad, ya Santa Teresa de Liseux se encontraría convencida de su vocación, pero al ser menor de edad, no podría ingresar para entonces al Carmelo. Sin embargo, decide peregrinar a Roma, y pedirle al Papa León XIII en persona que le concediera el permiso para entrar. Ante esta petición, el Papa le responde: “Entraréis, si Dios lo quiere”.
Finalmente en el año 1888, Teresa logra entrar en el Carmelo, donde se bautiza bajo el nombre Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Santa Teresa es recordada como una de las más humildes, bondadosas y amorosas hermanas de las carmelitas, hasta sus últimos años de vida. Durante el año de 1896, sufre de una severa tuberculosis y un año después, a finales del mes de septiembre, parte del mundo terrenal.