San Bartolomé. Fue uno de los doce apóstoles que acompañó a nuestro Señor Jesucristo, presumiblemente presentado a Él por San Felipe, bajo el nombre de Natanael, como en efecto, es mencionado en varios pasajes de las sagradas escrituras. Es el santo que conmemoramos el 24 de agosto.
Originario de Cana, actual Israel, nació hacia el siglo I de nuestra era cristiana, San Bartolomé mereció, por su entrega y abnegación, un extraordinario elogio de parte de nuestro Señor Jesucristo, al referirse a él como “He aquí un verdadero Israelita, en quien no hay engaño”, quizá haciendo referencia a su desinterés y vocación de entrega a las enseñanzas cristianas.
En el evangelio de San Lucas, San Bartolomé es mencionado como uno de los doce escogidos por Jesús de Nazaret, para que fuese testigo de su vida, enseñanzas y milagros, luego de haberlo meditado durante toda una noche de oración y, para que luego de su resurrección, propagase su palabra.
Las sagradas escrituras, refieren que San Bartolomé, presenció la ascensión de nuestro Señor Jesucristo y que, de igual modo, presencio su aparición, tras la resurrección, en el Mar de Tiberiades, junto a otros discípulos
Aunque resulta confuso determinar cuál fue el campo de apostolado que seguiría San Bartolomé, existe referencia que fue dirigido hacia la India, tal como se menciona en obras de Historia Eclesiástica.
Según la tradición, San Bartolomé, siendo perseguido por su fe cristiana y ante su negativa de apostatar, fue desollado vivo, por orden de un emperador armenio, como castigo a su obra evangelizadora de haber convertido al cristianismo a varios paganos, entre ellos, a un hermano del Rey.
Una Magnifica estatua de mármol, representa el martirio de Bartolomé en la catedral de Milán. En el año 1000 las reliquias de San Bartolomé fueron trasladadas desde Benevento (Italia) a la a la Iglesia de San Bartolomé, ubicada en la Isla Tiberina que atraviesa la ciudad de Roma.
