Santa Clara de Montefalco. Nacida en el año 1268 en la ciudad de Montefalco, región italiana de Umbría, fue una monja agustina, quién también formó parte de la tercera congregación franciscana, además de haber ostentado el grado de Abadesa en su ciudad natal. Santa Clara de Montefalco, es la Santa que conmemoramos el 18 de agosto.
La vida y obra de Santa Clara de Montefalco, es muy peculiar, ya que, desde muy niña, mostró una condición tan mística que, a los 6 años, entró a formar parte de una congregación de hermanas ermitañas, iniciada por su propia hermana consanguínea, llamada Giovanna.
Este Claustro, era un auténtico conservatorio de religiosidad cristiana, donde sus miembros practicaban la contemplación, oración y autosacrificio, a extremos que, difícilmente, se podían obviar para alcanzar una vida santa.
Su congregación, fue perseguida por las mismas autoridades cristianas de la época. Sin embargo, el tesón de estas hermanas sobrepasó tales impedimentos al punto de conseguir el respaldo eclesiástico que les permitió continuar su labor, no solo de la mano decisiva de la hermana de Santa Clara, sino también, fortaleciéndose como cayado de fe cristiana de la mano de esta Santa.
Santa Clara de Montefalco, en sus suplicios y oraciones, reveló haber tenido la aparición de nuestro señor Jesucristo, quien, ofreciéndole su cruz, sitió como se incrustaba en su pecho, marcando su corazón para siempre.
Santa Clara de Montefalco falleció el 18 de agosto de 1308, tan solo 5 años después de haber edificado su iglesia soñada, que fue también convento para sus hermanas en Cristo y de la cual fue abadesa, tras morir su hermana.
El corazón de Santa Clara fue extraído de su pecho al momento de su muerte, conservando la marca del crucifijo al que ella se habría referido en su sueño de encuentro con Jesús. Al morir, su cuerpo incorrupto fue conservado como señal de un dogma de fe y entrega espiritual.