San Fernando III de Castilla. Hijo del rey Alfonso IX y primo hermano del rey San Luis de Francia. Recordado como un gran gobernador, logra unificar por completo las coronas leonesa y castilla. Llegó a convertirse en santo de la iglesia el día 30 de mayo.
Durante la vida San Fernando III, se vería en la obligación y el deber de realizar una serie de enfrentamientos con el fin liberar a España de la esclavitud de los moros, y junto con ello, la liberación de la religión católica que se encontraba sometida por los árabes.
Recordado como uno de los reyes más grandes Castilla, nunca buscó gloria ni acrecentamiento de sus dominios, pues para San Fernando, el único y verdadero reino era El Reino de los Cielos, y ese le pertenecería a Dios, por lo que lo sólo le pedía a su pueblo incrementar su fe en Cristo, y que elevaran en su nombre sus plegarias, para pedirle a la Virgen Santísima, que permanecieran a su lado en la liberación de España.
San Fernando III es recordado como muchos como un rey santo, pero a su vez, era extremadamente severo, pero benigno; muy humilde, audaz y gentil. En las cartas que se encontraron de este hombre y rey santo, él mismo se hacía llamar: “Caballero de Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima, y Alférez del Apóstol Santiago.” Por el Papa Gregorio Nono, era conocido como “Atleta de Cristo” y el Papa Inocencio IV, le nombraría bajo el título de “Campeón Invicto de Jesucristo”.
En sus batallas, era muy común que propagara la adoración hacia la Santísima Virgen María, al igual que siempre iría acompañado de una imagen de Nuestra Señora. Ordenó la construcción de capillas para agradecer a Cristo y a la Virgen luego de sus grandes victorias, y para agradecer a Dios por haberle permitido la liberación de los moros, levantó una magnífica y hermosa catedral de Burgos, y convierte una mezquita de los moros en Sevilla en templo católico.