San Cristóbal Magallanes Jara. Famoso mártir y sacerdote mexicano. Realizaría los oficios más humildes durante sus primeros años de vida, hasta que termina por entrar en el Seminario Conciliar de Guadalajara en el año 1888. Es el santo que recordamos el día 21 de mayo.
Desde muy joven, San Cristóbal ya mostraría su gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús y hacia la Virgen del Rosario. Se desempeña como párroco de Totalice durante 17 años, y entre sus importantes labores, organizaría distintos centros de catecismo y escuelas en las rancherías, también llegó a fundar un asilo para los niños huérfanos, entregando toda su energía en el servicio hacia los pobres.
Durante el año de 1926, se daría la suspensión del culto público, decretada por los Obispos el 1º de agosto, 1º, donde los cristianos y católicos de la región, quienes estaban apoyados por la Unión Popular, y la asociación de activistas unidos dentro de la Liga nacional Defensora de la Libertad Religiosa, se organizaron para de esta forma, conseguir la restauración de sus derechos.
Siendo conocido por ser un hombre de espíritu noble, eminentemente pacifista, San Cristóbal rechazaría por completo el uso de armas, y se pronunciaría de la siguiente forma: “La religión ni se propagó, ni se ha de conservar por medio de las armas. Ni Jesucristo, ni los Apóstoles, ni la Iglesia han empleado la violencia con ese fin. Las armas de la Iglesia son el convencimiento y la persuasión por medio de la palabra”.
Durante una fiesta religiosa que se celebraría un 21 de mayo del año 1927, San Cristóbal se encontraba en plena misa cuando se daría inicio a una repentina balacera causada entre las fuerzas federales que para entonces eran comandadas por el general Goñi, y entre los cristeros.
En este momento, y San Cristóbal fue detenido y arrestado, para luego llevarlo hacia Totalice, lugar donde sería encarcelado junto a su fiel vicario el Padre Caloca. Seguido de esto, sería fusilado un 25 de mayo de 1927, y sus últimas palabras serían: “Soy y muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos”.