San Damián de Molokai. Nace un 3 de enero del año 1840. Destacó por ser un misionero católico, dedicó su vida hasta sus últimos días al cuidado de los enfermos de lepra en Moloka’i, en el Reino de Hawái, siendo actualmente el santo que veneramos el día 15 de abril.
Convertido en sacerdote, San Damián sólo tenía un deseo, el que había tenido toda la vida: ser misionero. Y tal era la suerte de este joven, que tiempo después, rezaría todos los días a la imagen del gran misionero San Francisco Javier, pidiéndole constantemente a este santo que le permitiera ir a misionar. Hasta que llegó el día en el que Damián sería elegido para ir como misionero a las islas de Hawái.
San Damián visitaría los ranchos de las islas con entusiasmo, enseñando la palabra del Señor y eliminando diversos mitos y también curando a los enfermos, aunque existía una terrible enfermedad que era incurable: la de los leprosos.
Es así como San Damián decide visitar la isla Molokai, conocida como la isla maldita por estar llena de leprosos. Los enfermos de la lepra sufrían un infierno en la tierra, siendo olvidados en aquella isla, perseguidos en cacerías humanas y dejados sin ningún tipo de auxilio o ayudas, pero Damián le pediría entonces al Obispo de aquel lugar que le permitiera establecerse con los leprosos.
Por la cantidad de tiempo que llevaba el padre misionando exitosamente en aquella isla, se le prohibiría salir, pues se creía entonces que la lepra era contagiosa, y gustoso, el padre aceptó permanecer en aquella isla. Compartía todo con los leprosos sin rechazarlos en ningún momento, y tiempo después, ocurriría lo que se esperaba por haber compartido de todo con ellos: se contagia de la lepra.
Sería entonces recordado como el “leproso voluntario”, por ser el santo que se dedicó a los leprosos que estaban en total abandono, y tomó la decisión de volverse como ellos”.