San Eulogio de Córdoba. Nace en el año 800 e Córdoba, España. Realiza su primera educación, dentro del colegio sacerdotal de la basílica de San Zoilo, el cual se hallaba en el barrio de los Tiraceros. Se le conoce como uno de los últimos hispanorromanos de la Bética y es el santo que festejamos el día 11 de marzo.
Cuando ingresó con los sacerdotes de San Zoilo, conoció a Pablo Álvarez, de quien se hizo íntimo amigo y sería quien más adelante escribiría la biografía de San Eulogio. A la edad de 25 años, San Eulogio es ordenado sacerdote. Álvarez describe al santo como un hombre muy piadoso y mortificado, sabio y con gran fascinación por la Sagrada Escritura.
Para el año 850, se desata una terrible persecución en contra de la comunidad cristiana de Córdoba. Durante este conflicto, San Eulogio fue llevado a prisión, y durante ese tiempo el santo se ocuparía de leer y reflexionar a profundidad las palabras de la Biblia, además, se dedicaba a leerla animadamente a sus compañeros, invitándoles a mantener su fe.
Tiempo después, el santo y los cristianos son liberados, pero aún existe la persecución. San Eulogio huye de pueblo en pueblo durante por lo menos diez años, e iría recopilando los datos de todos los cristianos que iban siendo martirizados para irlos publicando en su “Memorial de los mártires”.
Llegaría un día en el que una joven de nombre Lucrecia, quien era hija de mahometanos, tomaría la decisión de vivir una vida cristiana, cosa que estaba prohibida por la ley y San Eulogio la refugió en casa de unos cristianos. Cuando esto fue descubierto, se le dio pena de muerte al santo.
Durante su juicio, se le pediría renunciar a su fe, a lo que San Eulogio se negó. Fue abofeteado y el santo respondería ofreciendo su otra mejilla, que sería nuevamente abofeteada. Finalmente, el santo es torturado hasta morir, y poco tiempo después, Santa Lucrecia sería también martirizada.