Noticias Cristianas. Conocida por los locales como “la hermana de la bicicleta” Sebastina Tigga visita en la India montada en su bicicleta, nada más que 111 aldeas en los bosques de Jhabua, en el estado de Madhya Pradesh, por caminos de selva y montaña.
Desde temprana edad, Sebastina Tigga deseaba seguir el camino religioso
Cuando esta hermana comenzó, llamó la atención desde el principio, puesto que no es para nada normal una mujer, mucho menos una monja, trasladarse en este tipo de vehículo por la región. Hoy la hermana Sebastina Tigga tiene 56 años, se crió en una familia católica de la etnia oraon en el estado vecino Chhattisgarh. Declara la hermana que su grupo familiar comprendía de siete hermanos, 4 de los cuales serían chicos y tres chicas. “Uno de mis hermanos, es sacerdote jesuita” y afirma que, desde muy pequeña, deseaba ser monja.
«Mientras me preparaba para mi graduación recibí 12 propuestas de matrimonio, todas de empleados del gobierno. Las rechacé todas, pese a la insistencia de mis padres y parientes. Mi vida iba a dedicarse a Dios», contaría la hermana, que finalmente a sus 26 años de edad, en el año de 1987, entró sin dudarlo en las Hermanas del Instituto Secular Don Bosco.
Un espíritu viviente de la cristiandad en la hermana Sebastina
Sebastina descubriría su misión en los bosques de Jhabua, donde se centraría principalmente en asistir a los niños desnutridos, cumpliendo las enseñanzas que indican “dad de comer al hambriento” y lo de “lo que hiciereis por uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis”.
A menudo sus rutas por los caminos de la selva y montaña se complican. Muchas veces no puede volver a casa, hay inundaciones o animales peligrosos en la ruta. Aun así, Sebastina Tigga cumple su misión a diario; en total cree que puede haber atendido más de 25.000 niños y probablemente ha salvado la vida de la mayor parte de ellos.
Hoy en día, Sebastina Tigga se encuentra feliz y segura de su misión encomendada por Dios «Tengo que sentirme muy contenta por el trabajo que hago. Se requiere una espiritualidad fuerte enraizada en la enseñanza de Cristo. Solo eso puede sostener una vida religiosa feliz».