Evangelio del Martes, 14 de Noviembre de 2017:
Conoce el evangelio del día, evangelio de hoy 14 de Noviembre del 2017: Primera lectura, el salmo y el evangelio o palabra de Dios.
Primera lectura
Sabiduría 2, 23- 3, 9
Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza,
cuando esta se extinga, el cuerpo se reducirá a ceniza y el aliento se dispersará como una ráfaga de viento.
que ninguno de nosotros falte a nuestra orgía, dejemos por todas partes señales de nuestra euforia, porque eso es lo que nos toca y esa es nuestra herencia!
Salmo
Aclamen, justos, al Señor;
es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
entonen para él un canto nuevo,
toquen con arte, profiriendo aclamaciones.
Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.
La palabra del Señor hizo el cielo,
y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
él encierra en un cántaro las aguas del mar
y pone en un depósito las olas del océano.
Que toda la tierra tema al Señor,
y tiemblen ante él los habitantes del mundo;
porque él lo dijo, y el mundo existió,
él dio una orden, y todo subsiste.
El Señor frustra el designio de las naciones
y deshace los planes de los pueblos,
pero el designio del Señor permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres;
él mira desde su trono
a todos los habitantes de la tierra;
modela el corazón de cada uno
y conoce a fondo todas sus acciones.
El rey no vence por su mucha fuerza
ni se libra el guerrero por su gran vigor;
de nada sirven los caballos para la victoria:
a pesar de su fuerza no pueden salvar.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.
Nuestra alma espera en el Señor;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Nuestro corazón se regocija en él:
nosotros confiamos en su santo Nombre.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.
Evangelio del día
Lucas 17, 7-10
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: «Ven pronto y siéntate a la mesa»?
¿No le dirá más bien: «Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después»?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: «Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber»».