Cada 12 de julio, los fieles de la Iglesia Católica celebran la memoria de dos mártires, San Nabor y San Félix de Milán. Ambos, soldados de origen africano, sirvieron en la legión romana y sacrificaron su vida por su devoción a la fe cristiana. Su valiente testimonio sigue inspirando a los creyentes de hoy, recordándonos la importancia de mantener la fe, incluso ante la adversidad.
Vida y Servicio Militar
Nabor y Félix, aunque nacidos en África, sirvieron en la legión romana estacionada en Milán, Italia. Durante este tiempo, se convirtieron al cristianismo, una fe que mantuvieron a pesar de las crecientes tensiones y persecuciones contra los cristianos en el Imperio Romano. Su valentía y convicción les ganaron la admiración de muchos, pero también atrajeron la atención de las autoridades romanas.
Martirio y Fe Inquebrantable
A principios del siglo IV, durante las persecuciones de Diocleciano, Nabor y Félix fueron arrestados por su fe cristiana. A pesar de las torturas y amenazas, se negaron a renunciar a su fe. Finalmente, fueron decapitados en Laus Pompeia, hoy conocida como Lodi Vecchio, cerca de Milán, alrededor del año 304 d.C., y se convirtieron en mártires de la Iglesia.
Milagros y Obras
San Ambrosio, obispo de Milán, se refiere a Nabor y Félix en sus sermones, acreditándoles milagros y curaciones que ocurrieron en sus tumbas. Aunque los detalles específicos de estos milagros no se conservan en los registros históricos, se creía ampliamente que su intercesión había obtenido bendiciones y sanaciones para aquellos que les pedían ayuda con fe.
Beatificación y Santidad
Al igual que muchos otros mártires de los primeros siglos del cristianismo, la santidad de San Nabor y San Félix fue reconocida por la veneración popular mucho antes de que se estableciera un proceso formal de canonización en la Iglesia. Su valentía y su inquebrantable devoción a Cristo, hasta la muerte, los establecieron como santos en la memoria de la Iglesia.
El Legado de San Nabor y San Félix
La historia de San Nabor y San Félix es un recordatorio del sacrificio supremo que muchos cristianos hicieron por su fe durante las persecuciones romanas. Su valentía y determinación en defender su fe, incluso frente a la muerte, son un testimonio conmovedor de la gracia y el poder de Dios.
En este día de su santoral, recordamos a San Nabor y San Félix no solo como mártires, sino como ejemplos de fe inquebrantable. Que su intercesión nos fortalezca en nuestra propia fe y nos inspire a vivir con el mismo coraje y convicción que ellos demostraron. Con la guía de estos venerables santos, continuamos nuestra jornada de fe, esperando seguir su glorioso ejemplo.