Hoy se conmemora la obra de San Pedro de Alcántara, memorable hermano religioso y difundidor de la palabra del Señor, destacado por su profundo sentido de reflexión y humilde carácter, el cual reforzaba a través de las penitencias extremas, siendo un caminante en austeridad de entrega eterna hacia Cristo. Sirviendo como presbítero, San Pedro de Alcántara ha sido convertido en el patrono de todo Brasil y su intervención es solicitada para cuidar a los vigilantes y enfermos.
Nacido en el año 1.499, en España, Pedro de Alcántara recibió una formación noble y de buenos valores en su primer hogar, siendo su padre un abogado prestigioso, invitaba al joven para que se uniera a su vocación, hasta partir en la gloria del Señor y causar en el joven un efecto contrario al causar que el mismo se motivara a servir por los demás. Inspirado por los franciscanos, Pedro se convierte en un nuevo aspirante para la obra católica, esforzándose en la perfecta penitencia.
La determinación en la obra de San Pedro de Alcántara
Para el joven novicio, la penitencia era el principal objetivo de su ingreso al convento franciscano, considerando el abandono total de cualquier comodidad y alimentándose con el mínimo que podía conseguir, incluso había perdido el gusto. En el momento de conciliar el sueño, los compañeros del mismo se impresionaban al notar que este se aislaba en un rincón de tierra cruda. Con el avance presentado, los superiores del ahora sacerdote Pedro, le enviarían a predicar la palabra sagrada.
Las preocupaciones y esfuerzos del penitente santo
Durante una época de crisis en la iglesia, San Pedro de Alcántara solicito con persistencia la fundación de un nuevo espacio que reformara las normas de penitencia, logrando traer nuevas perspectivas, convirtiendo pecadores con su presencia y apasionado sermón. Finalmente, tras conseguir la consolidación de su ansiado convento, partió en la gloria del Señor en el año 1.562, siendo canonizado por Clemente IX, en el año 1.669.