Hoy se conmemora la obra de San Alonso de Orozco, padre amoroso y presbítero dedicado a servir en un palacio con humildad y la esperanza de cumplir con dignidad ante el Señor las austeridades que se proponía superar diariamente. Además de su servicio para un rey, este se comprometió con la Orden de los Ermitaños al servicio de San Agustín, siendo también conocido como Alfonso de Orozco.
Nacido en el año 1.500 en España, tuvo la facilidad de ser instruido sobre el Señor con tan solo seis años de edad, siendo fascinado por las obras que las Sagradas Escrituras poseían y naciendo su objetivo de convertirse en un gran sacerdote, por lo que comenzaría una serie de viajes académicos hasta convertirse rápidamente en un académico de admiración y gran intelecto, lo cual le permitiría estudiar en universidades prestigiosas y recibir lecciones de Tomas de Villanueva.
El camino en el sacerdocio de San Alonso de Orozco
Tras la recomendación de Santo Tomas, el joven realiza su primer contacto con la Orden de Ermitaños, donde se fascinaría con los principios religiosos de la misma y sin dudarlo se convierte en sacerdote en esta comunidad, sirviendo durante más de treinta años con una pasión notable en la enseñanza, haciendo que las personas le buscaran como confesor en diversas poblaciones agustinas e incluso alegraba a los hermanos con música.
La solicitud del rey y la austeridad del santo
Pronto los llamados a misa en la iglesia del sacerdote se contagiaban de su alegría y dicha, haciendo que todos los visitantes se inspiraran por su noble carácter, siendo reconocido también por el rey Felipe II, haciendo de consejero en su reinado mientras mantenía simpleza y rechazaba las riquezas que le ofrecían. Finalmente, el padre falleció en el año 1.591 y su santificación llegaría en el año 2.002 por Juan Pablo II.
