Hoy se conmemora la obra de Santo Tomás de Villanueva, dedicado religioso proveniente de España, quien tomaría un camino enfocado en el obrar en nombre del Señor como obispo. Nacido en el año 1.488, siendo el hijo de una familia de humildes ingresos y modestas riquezas, los cuales a pesar de su situación económica habían dado al joven Tomás una fortaleza superior, el amor a la caridad y el buen obrar por el prójimo.
Con apenas quince años de edad el joven ya se encargaba de sus estudios universitarios, logrando con el paso de los años un título en educación y también otro en filosofía, enseñando a figuras importantes como Domingo Soto. En el año 1.516 el joven Tomás se interesa en la vida de los frailes agustinos de Salamanca, uniéndose rápidamente a estos tras contemplar su vida y tomar la decisión de renunciar a diversas comodidades mientras es ascendido a sacerdote en el año 1.518.
El caritativo espíritu de Santo Tomás de Villanueva
Los estudiantes del ahora padre Tomás le tenían tal estima que al enterarse de su nueva vocación piden permisos para ver sus nuevas clases, donde este exhibe sus habilidades intelectuales, incluso tiene la oportunidad de difundir la palabra del Señor con humildad, creando conventos que extenderían sus enseñanzas hasta México, recibiendo grandes elogios e invitaciones para dirigir la sede arzobispal de Granada, honor que rechazo hasta que el Señor le invoca en ese cargo.
Los rechazos ante las riquezas
Los superiores de Tomás, conmovidos por la humildad del padre le envían dinero para reparar su hogar, ingresos que el santo aceptaría con agradecimiento, pero usándolos en la caridad de un hospital. Con satisfacción en su corazón, el padre parte en el año 1.555, siendo canonizado por Alejandro VII en el año 1.658.
