Este 21 de agosto se conmemoran las obras de San Pío X, elocuente sacerdote cuya habilidad y gracia le permitió convertirse en santo pontífice, planteando una magnífica dirección que se guiaba por los principios establecidos por Cristo. Los valores y simpleza del papa junto a la humildad que difundía, hacía que sus seguidores tomaran con alegría la eucaristía, respetando las Sagradas Escrituras y el cumplimiento de sus leyes.
Nacido en el año 1.835, en Italia, su crianza se llevó a cabo en el humilde hogar de un padre cartero donde pasados los años el joven obtiene una beca que le da la oportunidad de prepararse en el ámbito religioso hasta convertirse en sacerdote con veintitrés años de edad, la habilidad del futuro papa lo convierte en canónigo jurado a entregar por completo su espíritu en bien del prójimo. El ascenso del santo era natural al cumplir con sus deberes, convirtiéndose en obispo.
La ordenación papal de San Pío X
Con la partida del papa León XIII, una oleada de críticas e intentos de elegir un sucesor era inevitable, algunos no consideraban aptos a los posibles candidatos hasta la llegada de San Pío X, un hombre maravilloso y ejemplar en la muestra de amor, quien se aseguraría de estudiar con detalle los principios bíblicos y combatir injusticias que se mostraban en su mismo clero, desde la herejía y el poco compromiso de algunos, criticando el apego al bien material.
Los milagros otorgados por el Señor
El Señor tenía grandes planes para el papa San Pío X, dotándole de numerosos milagros y hechos sobrenaturales, destacando la curación de un hombre enfermo y la inmediata sanación de una niña paralitica. Pasados los años el papa sufrió bronquitis y malestares que enfrento gustoso, partiendo en el año 1.914, siendo canonizado por Pio XII en el año 1.954.