Hoy se conmemora la obra de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, dedicada virgen y servidora fiel para la Orden de Carmelitas cuya educación y formación le llevarían a tomar la religión judía, ejerciendo como educadora en filosofía e inspirando a las personas con su ejemplar dedicación. Pasados los años se bautizaría recibiendo a Cristo en su corazón y renovando su fe hasta encontrarse con la hostilidad y persecución de la segunda guerra mundial.
Nacida en el año 1.891, en Polonia, fue la última hija de su extensa familia y la fecha en que vino al mundo era muy especial para sus padres de inclinación judía, haciendo de su venida al mundo un hecho que la marcaria. La crianza de la pequeña fue todo un desafío para su madre tras la pérdida de su padre a temprana edad, asumiendo las cuentas y abandonando la fe en el Señor, haciendo que la niña también dejara de lado la religión.
La renovación católica de Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Pronto joven crecería y hecha una mujer adulta se vería formada para enseñar filosofía, siendo una pasión que tenía desde temprana edad, encontrándose en breves ocasiones con personas creyentes que le harían conocer el catolicismo. Durante el estallido de la primera guerra mundial sirve como enfermera y es testigo de un hecho que le hace creer nuevamente, el rezo en la intimidad de la iglesia por parte de una joven.
El bautizo y la lucha por sus creencias
Bautizándose en el año 1.922, Teresa obtendría el valor para continuar su camino, aprendiendo que la religión católica también permite el estudio de las ciencias, comunicándose alegre con su madre y guiando a otros bajo la orden de Carmelitas hasta ser capturada en el año 1.942 por la Gestapo, siendo martirizada en el año 1.942. La obra de esta santa fue canonizada en el año 1.998 por Juan Pablo II.
