Hoy se conmemora la obra de Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción, fiel sirviente a la obra del señor que buscaría la manera de impedir su propio matrimonio, sacrificando un pie en el fuego y logrando su ingreso posterior en la comunidad de Clarisas Malabarenses, donde pasaría el resto de sus años obrando en nombre del Señor sufriendo constantes enfermedades.
Nacida en Kudamalur, India en el año 1.910, tuvo un origen noble, marcado desde su llegada al mundo por su inmediata conexión con el Señor, al poseer esta señal de una vida guiada bajo la pasión de Cristo. Con tan solo ocho meses fue traída al mundo y fue criada con gracia y humildes principios, donde también desarrollaría un profundo amor por la caridad y los necesitados.
El inicio religioso de Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción
La joven recibió por primera vez en el año 1.917 la eucaristía y experimentado un amor profundo por el Señor, decidió que su vocación se debía enfocar en entregarse por completo al mismo con la necesidad de evitar a los múltiples pretendientes que su tía le obligaba a conocer. Harta del insistente orden de su tía, decidió quemarse un pie en las ardientes brasas bajo la idea de desfigurarse y así rechazar a los jóvenes que la buscaban por su extraordinaria belleza.
El recuerdo de una hermana llena de amor
Finalmente aceptaron la vocación de la santa y esta, inicio sus esfuerzos para mostrar su compromiso con Cristo, sintiendo múltiples dolores que le hacían pensar en el peso de la cruz llevada por su esposo, dolores que aceptaría con gusto mientras participaba en su comunidad hasta partir en el año 1.946. Tras reconocerse su martirio y milagrosa resistencia, fue canonizada en el año 2.008 por Benedicto XVI.