Hoy se celebra la obra de San Sarbelio Makhluf, santo cuya vida emplearía en el oficio de presbítero bajo la Orden de Maronitas Libaneses, observando que la soledad le indicaría un camino de mayor comodidad. Sintiendo amor por la vida eremita, decidió retirarse al desierto para entrar en mejor comunión consigo mismo y por cada día, orar con austeridad en nombre del Señor.
Nacido en el año 1.828, en el pequeño pueblo de Biga-Kafra, tuvo un origen humilde al ser el hijo de señores campesinos que gozaban de gran fe y sus tíos maternos tenían conexión con un monasterio al ser monjes, así es como el joven conoce al Señor y disfruta visitar e incluso ayudar con los deberes del lugar, cantando y acompañando a los demás en oración.
La vocación sagrada de San Sarbelio Makhluf
Con veintitrés años de edad, el santo se prepara para ingresar en la Orden Maronita, donde al recibir su hábito como novicio cambia su nombre a Sarbelio en honor al mártir, pese al desacuerdo inicial que el joven tiene con sus padres, quienes deseaban su regreso a casa hasta darse cuenta su madre del deber que este poseía con el Señor, bendiciéndolo y esperando que cumpla como religioso. La vida en el monasterio era rutinaria y para Sarbelio su fe lo llevaría a un gran cambio.
Vida eremita como servicio hacia el Señor
Las responsabilidades de Sarbelio lo incitaban a tomar un camino diferente, por ello toma la decisión de retirarse a la soledad de la ermita erigida por San Pedro y San Pablo, entregando una serie de penitencias como lo era el dormir en el suelo y llegar a tan solo tres horas de sueño, orando y aconsejando a sus visitantes hasta partir en el año 1.898, siendo atribuido de múltiples milagros y siendo canonizado por Pablo VI en el año 1.977.