Este 08 de julio se conmemora la obra del beato Pedro Vigne, reconocido presbítero que aporto su ayuda para fundar la congregación de hermanas al servicio del santísimo sacramento. Nacido en el año 1.670, en la ciudad de Privas, en Francia, recibió desde pequeño el conocimiento del Señor a través del bautizo, acto que compartía con sus hermanos ya que sus padres eran de gran fe y entrega al catolicismo.
La infancia del beato seria cómoda y tranquila, siendo instruido formalmente en la adolescencia sobre el sacrificio de Cristo y presentando su ingreso en el año 1.690 para un seminario en el cual completa su educación y la complementa hasta volverse sacerdote en el año 1.694, ejerciendo durante seis años en el ministerio. Pronto sus actividades lo harían reflexionar sobre su actuar, buscando una manera para extender su trabajo, conociendo las obras caritativas de los Lazaristas.
El recorrido misionero del Beato Pedro Vigne
El tiempo con la congregación de Lazaristas en Lyon hace que el beato parta en un viaje como misionero, comenzando a explorar los pueblos humildes y evangelizar a todos los que solicitan al Señor bajo sus propios términos. El servicio del beato como misionero ambulante dura más de treinta años, resistiendo climas agresivos y enseñándole a los niños el catequismo, la importancia de los valores y el amor de Cristo por los suyos.
La ayuda continua para el beato
Pese al esfuerzo imparable de Pedro Vigne, sus compañeros nunca le abandonaron, ya que el mismo se encontraba en constante consejo de sus antiguos maestros y podía dejar en las manos de maestras confiables los conocimientos que había recopilado en sus viajes, haciendo viable la apertura de colegios y seminarios. Finalmente, en el año 1.740 en profunda oración alcanza al Señor y posteriormente es beatificado en el año 2.004 por Juan Pablo II.
