Hoy se celebra la obra de San Bernardino Realino, santo presbítero que, en la Orden acompañante de Jesús, mostro gran calidez, caridad y actos benignos rechazando las comodidades del mundo en favor de los desesperanzados presos, los enfermos y comprometió su ser a la divulgación de la palabra y las penitencias. Nacido en el año 1.530, en Italia, gozo de una juventud muy alegre, destacando en la escuela y logrando equilibrar el riguroso estudio con aprendizaje humanista.
Con treinta y cuatro años de edad, Bernardino es admitido en la Compañía de Jesús, trabajando durante diez años en Nápoles, realizando labores de predicador, catecismo y curando a los enfermos que buscaban por su ayuda mientras se apiadaba de los encarcelados, asistiéndoles con benevolencia, calidez y darles calma en su deplorable estado hasta ser transferido años después al colegio de Lecce, en Apulia.
La milagrosa condición de San Bernardino Realino
En el colegio de Lecce, Bernardino ejercería como rector ganándose el respeto y admiración del pueblo y donde seis años antes de encontrarse con el Señor, se lesionaría, sufriendo dos cortes debido a una enfermedad. Por la admiración que sentían hacia el santo, sus seguidores guardaron la sangre en dos frascos, de los cuales, uno contenía sangre hirviente, aumentando el volumen del mismo y burbujeando en ocasiones, siendo tomado como muestra de la pasión de Bernardino.
El resguardo del Señor
El trabajo del santo fue extenso, como rector trabajo hasta fallecer en el año 1.616 con ochenta y seis años de edad, siendo respetado, tratado como santidad y canonizado en el año 1.947 por el papa Pio XII. Los restos de San Bernardino se conservaron con tal gracia, que setenta años después de su partida, fueron examinadas sus reliquias y aun conservaban gran integridad.
