Hoy se conmemora la obra de San Juan Fisher, santo obispo cuya vida entrego en nombre del Señor al convertirse en un mártir tras rechazar las órdenes del Rey Enrique VIII, quien ordeno encarcelarlo. Con los años su legado seria recordado por la magnífica acción de erudito y su estilo de vida, que gozaba de humildad, cayendo tras su condena a muerte junto a su gran amigo Tomás Moro, quien lo acompañaría en el martirio por mostrar fidelidad ante el catolicismo.
Nacido en el año 1.469, sufriría a temprana edad la pérdida de su padre quien obraba como humilde comerciante, sin embargo, el joven saldría adelante y lograría ingresar a la universidad convirtiéndose en catedrático en su colegio e incluso avanzaría, hasta obtener el título de doctor teólogo para volverse director y vicecanciller en la universidad de Michaelhouse hasta el año 1.502. Pronto conocería a Margarita Beaufort, dama que buscaba apoyo y guía.
La postura de San Juan Fisher como guía y protector
Guiando a la viuda Margarita, esta utilizo sabiamente su dinero para fundar colegios y restaurar instituciones decadentes, haciendo que los buenos consejos del santo lo hicieran solicitado para administrar numerosas fundaciones. Trabajando para defender a la iglesia de los peligrosos vicios que se formaban, Juan choco en ideología con los valores del Rey Enrique, apoyando a la reina en la anulación de su matrimonio y ganando el rencor del Rey.
El martirio del santo
Siendo acusado de traicionar a Enrique VIII, las autoridades no tuvieron más remedio que encerrarlo, sufriendo durante diez meses, ganándose el respeto de muchos seguidores que lloraron ante la sentencia a muerte para el santo. Finalmente, Dios le brindo fuerza para recitar un último salmo ante la multitud y partir en el año 1.535, siendo canonizado por Pío XI en el año 1.935.