Hoy se conmemora la obra de San Antonio de Padua, santo presbítero, doctor y patrono de reconocidas ciudades europeas como Padua y Lisboa, cuyos esfuerzos para la iglesia se remiten al predicar de la palabra del Señor a través de los pueblos en África, acercando a los creyentes hacia la verdadera fe con un nivel destacable para sus sermones.
Nacido en el año 1.195 en Italia, recibió educación por los clérigos en la catedral de su comunidad hasta cumplir los quince años de edad y trasladarse a San Agustín, formándose bajo el cuidado de los canónigos presentes, iniciaría un viaje dos años más tarde al priorato de Coímbra donde se dedica de lleno al estudio y la oración, destacando por su capacidad para el rápido aprendizaje logrando repasar los conocimientos con mayor extensión en la biblia.
El improvisado y elocuente inicio de San Antonio de Padua
Tras el encuentro del joven Antonio con el rey Don Pedro de Portugal, quien trasladaba las reliquias de los frailes franciscanos, nace un fuerte deseo en Antonio por servir al Señor. Ingresando en la Orden de los franciscanos en el año 1.221, se empeñaría en predicar, iniciando en Forlì, en una ceremonia de ordenación donde se le pediría que improvisara y hablara con la inspiración del espíritu santo donde sorprendería con su sabiduría y ferviente oración.
La exitosa carrera y los méritos del santo
Pronto la fama del santo se dispararía y recorrería como predicador y lector para sus hermanos, una extensa y brillante carrera al poseer la capacidad de conceder milagros, convertir a los pecadores y un fuerte sentido para la protección de las almas, reformando por completo la conducta de los que le escuchaban. Predicando hasta su pronta partida, San Antonio falleció en el año 1.231 y su obra fue canonizada por Gregorio IX en el año 1.232.