Santa Matilde de Ringelheim fue una reina del siglo IX que es venerada como santa por la Iglesia Católica.
Vida piadosa
Santa Matilde nació hacia el año 895 en Westfalia, una antigua región alemana, en una familia noble ya que su padre era el duque de la región.
Recibió su educación desde muy pequeña por parte de las monjas del convento, de manera que siempre sintió una gran inclinación por la caridad y la piedad.
Contrajo matrimonio a una edad muy joven, en el año 909 con Enrique, el duque de Sajonia que sería proclamado rey unos años más tarde.
A pesar de haberse casado en su juventud, vivieron un matrimonio feliz y tuvieron varios hijos. Santa Matilde continuó viviendo de manera piadosa y siempre estaba dispuesta a brindar ayuda a todos los que acudieran a ella.
Repartía limosnas a los pobres y necesitados, algo que su esposo apoyaba con totalidad. Era una mujer que demostraba un gran ejemplo de un santo comportamiento.
Ser fiel a Dios
Enviudó en el año 936, por lo que su hijo Otón I fue el sucesor al trono. Sin embargo, su hermano Enrique también quería ser el rey, por lo que se declaró en rebelión.
Otón creyó que Santa Matilde apoyaba a Enrique en su idea, y por eso la expulsó del castillo. Ella decidió pedirle a Dios por la reconciliación de sus dos hijos, y así sucedió.
Pero ambos hijos se volvieron en contra de su madre, ya que pensaban que ella guardaba el dinero que decía haber dado a los pobres. Al no poder demostrarlo, la perdonaron y le permitieron que regresara a vivir al castillo.
Pasó sus últimos años dedicada a la caridad, y también se dedicó a fundar conventos para los religiosos. Murió el 14 de marzo de 968 cuando tenía unos 70 años, rodeada de sus seres queridos.
