San Blas de Sebaste fue un obispo y médico que fue martirizado a principios del siglo IV durante una persecución a los cristianos.
Un médico milagroso
San Blas nació durante el siglo III en Sivas, una ciudad de Turquía, pero no se tiene más información acerca de su infancia.
De acuerdo a la tradición histórica, San Blas hacía vida eremítica en una cueva, debido a que huyó de la persecución contra los cristianos que fue decretada en ese entonces por Agrícola, que era el gobernador de Capadocia.
De manera que San Blas llegó a Sebaste y se refugió en una cueva en el bosque, la cual convirtió en su sede episcopal. Allí llegaban muchas personas e incluso animales, porque conocían de su don de sanación.
Como los animales lo perseguían, los soldados del gobernador lo descubrieron en la cueva cuando estaba orando, y lo aprisionaron.
Morir por la fe
Fue llevado ante el gobernador donde intentaron hacerlo renegar de su fe, pero no tuvieron éxito. De manera que fue enviado a prisión.
En la cárcel, San Blas continuaba haciendo prodigios, ya que logró sanar a varios de los prisioneros. Esto molestó al gobernador, por lo que fue llevado a juicio y fue condenado a muerte.
Lo arrojaron a un lago, pero no se ahogó sino que pudo caminar sobre las aguas. Cuando volvió a tierra, fue apresado nuevamente y lo torturaron cruelmente hasta que finalmente lo decapitaron.
Su culto se hizo muy popular y se extendió rápidamente entre la Iglesia. Por lo general, este santo es invocado cuando se necesita sanación de la garganta por causa de un episodio famoso de su vida cuando logró sanar a un niño milagrosamente, que se estaba ahogando y le clavó una espina de pescado en la garganta para salvarlo. Por esto es considerado como el patrón de los enfermos.
