San Félix de Nola fue un obispo romano que es reconocido como mártir y venerado como santo por la Iglesia Católica.
Un joven devoto
Se tiene poca información sobre la vida de San Félix de Nola, la cual ha sido recopilada de los poemas que le dedica Paulino de Nola.
San Félix de Nola nació en una familia siria rica en el siglo III en Nola, en el Imperio Romano. Desde muy joven decidió dedicarse al servicio apostólico, y luego de la muerte de su padre se ordenó sacerdote tras haber donado su herencia a los pobres. Fue ayudado por San Máximo, el obispo de Nola.
Cuando se iniciaron las persecuciones a los cristianos, el obispo de Nola huyó al desierto, y San Félix quedó a cargo de sus deberes pastorales, razón por la que fue apresado y azotado; pero de acuerdo a la leyenda, un ángel del Señor lo liberó.
Luego San Félix se reunió nuevamente del obispo y lo cuidó mientras estaba refugiado, ya que estaba enfermo.
Paz en la Iglesia
Volvieron a iniciar las persecuciones contra la Iglesia, y San Félix permaneció escondido, constante en la oración, hasta que murió Decio y se reestableció la paz en la Iglesia.
Luego de la muerte del obispo de Nola, la comunidad cristiana quiso que San Félix lo reemplazara, pero rehusó la posición y prefirió continuar con su labor evangelizadora.
Fue un hombre que se caracterizó por haber pasado el resto de su vida viviendo en una pobreza absoluta, devoto en su fe y predicando la Palabra de Dios.
Se dedicó al servicio de los más necesitados, hasta la fecha de su muerte que fue en el año 250 aproximadamente.
Aunque no murió martirizado, es reconocido como mártir por la Iglesia por la cantidad de sufrimientos que pasó durante su vida.