Santa Adelaida de Italia fue una emperatriz venerada como santa por la Iglesia Católica que supo ser fiel testigo de Cristo.
La realeza
Adelaida nació entre el año 928-933 en Dijon, Reino de Borgoña en una familia real, ya que su padre era Rodolfo II de Borgoña.
Fue casada muy joven, en el año 947 con Lotario II, el rey de Italia, ya que ese matrimonio era parte de un acuerdo político. Tuvieron una hija llamada Emma.
Su marido murió envenenado en noviembre del año 950 por Berengario II y al no querer casarse con el hijo de éste, tuvo que huir. Pero fue capturada y encarcelada en julio del 951 y torturada.
Logró fugarse un mes después y se refugió bajo la protección de Otón el Grande en el Imperio Germánico, con quien se casa pocos meses después.
Se fueron juntos a Alemania y cimentaron la existencia del Sacro Imperio. Tuvieron cinco hijos de los cuales sobrevivieron solo tres.
Servidora de la iglesia
Adelaida se va con su esposo a Italia para proteger al Papa, y en Roma es coronada como emperatriz y su esposo como emperador.
Su marido fallece en el año 973 y Adelaida ejerce su poder durante unos años hasta que su nuera logra que la expulsen de la corte.
Se reconcilia con su hijo y regresa, de manera que Oton II la nombra virrey en Italia. Tras la muerte de su hijo, queda establecida como regente de su nieto Otón III.
Cuando Otón III crece y empieza a reinar, Adelaida es libre finalmente de dedicarse a las obras de caridad y a la restauración de abadías, monasterios e iglesias.
Pasó el resto de sus días orando siguiendo la regla monástica de Selz, y se dedicó al servicio de la Iglesia. Murió en la abadía de Selz en diciembre de 999.
Fue canonizada por el Papa Urbano II en el año 1907.
