San Clemente I, también conocido como Clemente Romano o Clemente de Roma, fue un eminente cristiano del primer siglo, que fue Papa y mártir.
El tercero de los apóstoles
Clemente es considerado como uno de los «padres apostólicos» y de acuerdo a la compilación de obispos realizada por Ireneo de Lyon, fue el cuarto Obispo de Roma.
Aunque no se sabe la fecha exacta de nacimiento, se sabe que vivió durante el siglo I. Fue elegido para el obispado aproximadamente en el año 88, que ejerció durante 10 años hasta la fecha de su muerte.
Es conocido como el tercer sucesor de San Pedro, y muchos historiadores afirman que es posible que haya conocido a San Pablo.
Clemente había visto a los apóstoles, y les prestaba mucha atención a todo lo que ellos decían.
Escritos
Durante su obispado, tuvo que intervenir en varios episodios poco agradables en la Iglesia de Corinto, evitando la desunión y el peligro de los primeros cismas y herejías.
De manera que Clemente les envió una carta, llamada la Epístola a los Corintios, recordándole a los cristianos que debían tener orden y sentir obediencia por sus pastores. Esta obra perdura hasta el día de hoy.
En su obra demuestra que era un Papa muy conocedor del Antiguo y Nuevo Testamento, así como también tenía mucho conocimiento de literatura y filosofías paganas.
Se cree que Clemente murió luego de haber sido desterrado por el Emperador Trajano y enviado al Quersoneso, actual Crimea, donde fue condenado a trabajos forzados por no haber querido negar su fe y adorar a los ídolos; y posteriormente murió ahogado al ser arrojado al mar con una ancla alrededor de su cuello.
La fama de Clemente se expandió por toda la región, y de hecho se le atribuyen una serie de escritos, aunque todavía está en duda su autoría.
