San Diego de Alcalá fue un fraile franciscano español muy conocido por su labor misionera y caritativa en los numerosos viajes que realizó por España, Italia y Francia.
Joven consagrado
Diego nació en una familia modesta de fe cristiana en San Nicolás del Puerto, una población pequeña de la provincia de Sevilla a finales del siglo XIV.
Desde muy joven tomó la decisión de consagrarse a su fe, razón por la que se convirtió en ermitaño en la capilla de su pueblo natal, y luego se traslada al eremitorio de Abaida donde se pone bajo la dirección espiritual de un sacerdote ermitaño.
Viajes misioneros
Decide entonces partir hacia el convento de la Arruzafa donde ingresó en la Orden de los Frailes Menores de la Observancia.
Después de haber llegado a ese lugar emprende sus viajes visitando numerosos pueblos con un un itinerario misional y limosnero, y esto le dio su fama de viajero.
Partió hacia las Islas Canarias en 1441 como misionero donde estuvo en un convento trabajando como portero, y demostró una gran generosidad, que era una de sus principales características.
Regresó en 1449 a la Península y partió a Roma en el año 1450. Muchos religiosos se concentraron en esa ciudad y sobrevino una epidemia que hizo que el convento se convirtiera en un hospital. San Diego dirigió el improvisado hospital y atendió a los enfermos con mucho servicio.
En el año 1456 llega al convento de Santa María de Jesús, lugar donde pasó sus últimos años trabajando como portero y jardinero mostrando una actitud servicial, obediencia y sencillez de corazón. Murió el 13 de noviembre de 1463 cuando tenía poco más de sesenta años de edad.
San Diego de Alcalá fue canonizado el 10 de julio de 1588 por el Papa Sixto V. Es el patrón de los hermanos franciscanos legos y su festividad se celebra el 13 de noviembre.