San Elías es uno de los profetas más renombrados en las Sagradas Escrituras y en el Antiguo Testamento. Su nombre, tal como ahora lo conocemos, en realidad no es este; traductores posteriores le dieron esta versión helénica para que fuese más fácil de recordar para los lectores. Su nombre en realidad fue Eliyahu, el cual, en hebreo, significaría algo como: “Mi Dios es Yaveh”.
Sucedió a Jehú y precedió a Eliseo como Santo Profeta de Yaveh. Los testimonios de sus experiencias son colegidos en el Primer y Segundo Libro de los Reyes. Su nombre comenzaría a ser presentado en el contexto del reinado de Acab. Este rey gobernaría a Israel entre 874 y 853 antes del nacimiento de Cristo, y su gobierno estaría signado por la iniquidad y la malignidad que haría enfurecer al mismísimo Dios. Cuenta la historia de las Sagradas Escrituras que este rey desposaría a una cananea conocida como Jezabel, princesa de Sidón. Esta mujer no dudaría en seducir a su esposo para traer a las deidades paganas de su tierra y a sus propios profetas, generando un gran malestar al pueblo de Israel. Bajo este clima religioso, Israel vería en su seno una intensa persecución hacia todos los profetas de Yaveh.
Se dice que San Elías profetizó la llegada de una sequía que traería hambruna y muerte a Israel por estas iniquidades. El profeta migra hacia el desierto buscando la muerte, y en su camino, no solo lo salva un ángel (quien le augura muchas tareas), sino que tiene la oportunidad de convertirse en el primer profeta en devolver a la vida a un muerto (el hijo de una viuda de Sarepta). En determinado punto lucha contra los profetas paganos que invadieron a Israel, venciéndolos junto al resto de su pueblo israelí.
San Elias terminaría falleciendo en algún punto el Siglo IX antes de Cristo. Su nombre es celebrado todos los 20 de Julio.