San Andrés de Creta fue un santo de la Iglesia Católica, uno de los Padres de la Iglesia y Arzobispo de Gortina nacido en algún punto del año 650 después de Cristo, en Damasco. San Andrés de Creta siempre destacó, en principio, como el creador de numerosos e importantes himnos sagrados y también por su incansable labor como predicador de la fe cristiana y la palabra de Dios.
Se sabe que, en su vejez, fue un hombre destacado por su elocuencia a la hora de predicar y hacer valer sus creencias ante el mundo. Sin embargo, en sus años más mozos, fue más bien un joven muy recatado y callado. Fue poco elocuente y locuaz. Nadie esperaría que deviniera en el cantautor de varios de los himnos más importantes de las iglesias orientales.
A los quince años, San Andrés de Creta acoge en su corazón la vida monástica. Hace su formación en Jerusalén, razón por la cual muchas veces se han colocado en dicha ciudad. Es decir, suele ser llamado San Andrés de Jerusalén o San Andrés Jerosolimitano. Sería en la misma ciudad donde recibiría su formación a nivel de lectorado y subdiaconado.
San Andrés de Creta tuvo una participación muy activa en las inquietudes religiosas de su tiempo. Se sabe que participó en los encuentros ecuménicos dados en Constantinopla entre el 680 y 681. Aun pese a haberse finalizado tales encuentros, el santo se queda en esa ciudad y se vuelve diacono allí. Regenta un orfanato y un asilo para ancianos de forma muy eficaz y honrada, siempre atendiendo las necesidades del prójimo por encima y por delante de las propias.
En Gortina, por sus habilidades demostradas, lo nombran Arzobispo.
Nadie sabe cuándo murió exactamente. Sin embargo, se sabe que San Andrés de Creta murió en Creta en algún punto del siglo VIII. Sus restos reposan en la ciudad de Mitilini.