San Terencio de África. Fue un religioso cristiano que vivió en la región de África Proconsular, actualmente Túnez hacia finales del siglo II de nuestra era, padeciendo la tortura, el martirio y muerte por profesar su fe y mantenerse firme ante sus convicciones religiosas, a pesar de las prohibiciones imperiales de la época. Es el santo que conmemoramos el 10 de abril.
San Terencio africano, era el guía espiritual de un grupo de aproximadamente 39 hombres religiosos, quienes fueron martirizados bajo el Decreto del emperador Decio, de persecución y tortura contra todos aquellos que, profesando el cristianismo, se negaran a apostatar su fe. En el caso de San Terencio de África, su persecución y ajusticiamiento, ocurrieron por ordenes de Fortunaciano, Prefecto de África.
Como suele reiterar la historia de esos primeros mártires cristianos, pioneros en profesar la fe y enseñanzas evangelizadoras de los discípulos de Cristo, San Terencio de África, y un nutrido grupo de 39 compañeros en oración, quienes se dedicaban a la difícil tarea de evangelizar los pueblos de la región, fueron ordenados arrestar y someterlos a tortura y martirio para obligarles a renegar de su fe.
Hecho prisionero, junto a sus compañeros, San Terencio se negó a apostatar, jurando mantener la fe cristiana que había profesado y divulgado en muchos pueblos paganos, habiendo logrado la conversión de todos quienes a su grupo de evangelizadores se acercaban. Fueron algunos de sus compañeros mártires e igualmente santos, por su martirio, Pompeyo, Máximo, Alejandro, Teodoro y Zenón.
Hacia finales del año 250 de nuestra era cristiana, San Terencio africano, fue condenado a muerte por decapitación, sellando con su martirio y con el de sus otros 39 compañeros, un triste capítulo de los tatos que, para la época, se sucedieron en contra de hombres y mujeres cristianos, quienes, siguiendo el llamado del espíritu santo, decidieron convertirse en evangelizadores para conformar la solidez y unidad de la iglesia de nuestros días.