San Francisco de Paula. Fue un religioso, nacido en la población de Paula, entonces Reino de Nápoles, en Italia, en el año 1416. Dedicado y entregado plenamente a la vida ascética, desde la edad de 14 años, destacó por su gran sabiduría e inquebrantable fe. Es el santo que conmemoramos el 2 de abril.
San Francisco de Paula, nació con una seria afección en la vista, motivo por el cual, sus padres lo encomendaron a San Francisco de Asís, quien intercedió por su salud, logrando su curación. En agradecimiento, San Francisco de Paula, contando solo 14 años, emprendió una peregrinación a Asís desde donde recibió la inspiración espiritual que lo llevaría a convertirse en ermitaño.
Desde su retiro como eremita, San Francisco de Paula comenzó una vida de absoluta abstinencia, practicando ayunos, durmiendo sobre el suelo y utilizando como almohada una piedra. Este hombre santo, sostenía que solo la entrega a la meditación y la abstinencia, lo acercaba a la conciencia de Dios.
Durante los primeros años de la iglesia católica, fueron muchos los seguidores cristianos, quienes, como lo hizo San Francisco de Paula, optaban por tomar una vida apartada de todo cuanto representaba una posibilidad de corromper el espíritu y desviar todo aquello que resultaba la verdadera misión de la iglesia como era el servicio y la evangelización.
San Francisco de Paula, dedicado al ayuno severo, se alimentó, durante años, solo de agua y hiervas silvestres y se dedicó a realizar penitencia, consiguiendo muy pronto que varios hombres buscaran unirse a su modo de vida. Con el paso del tiempo, este santo decía, que así como San Francisco de Asís, llamó a su orden los «Hermanos Menores» él llamaría a su congregación «Los Mínimos» y de este modo fue conocida la orden fundada por San Francisco de Paula.
Tuvo San Francisco de Paula, el don de los milagros de curación, así como el de la profecía y, aunque nunca fue ordenado sacerdote, su dedicación a la oración, le concedieron, a la posteridad, el honor y reconocimiento de la santidad, debido a sus dones milagrosos y proféticos, manifestados en vida y tras su muerte. Falleció en Tours, Francia el 2 de abril del año 1507. Fue canonizado en 1519 por el PapaLeón X.