San Juan de Licópolis o San Juan de Egipto. Fue un anacoreta nacido hacia el año 305 en Licópolis (actualmente, Asiut), Egipto, célebre por haber llevado, durante casi 50 años, una vida de asceta, dedicado a la meditación, la oración y el absoluto abandono de los asuntos terrenales. Es el Santo que conmemoramos el 27 de marzo.
San Juan de Licópolis, era un hombre santo, cuya vida transcurrió de modo sencillo, normal, hasta que, debido a su gran intuición y elevada conciencia espiritual, sintió un llamado del espíritu santo, que lo impulsó a comenzar a obrar lo que, para otras personas, resultaban actos sin sentido, como movilizar enormes rocas de un lugar a otro o tratar de cultivar un árbol muerto.
Pero en realidad, lo que San Juan pretendía con sus acciones, era poner a prueba la fe cristiana que le infundía el espíritu santo, que, según su concepción espiritual cristiana, moraba en él de forma milagrosa.
San Juan decidió entonces retirarse a una colina en donde construyó una suerte de celdas, en las que permanecía en oración constante y en comunicación con Dios. Ofrecía de igual modo orientación espiritual a cualquier persona que, sintiendo el llamado de la fe cristiana en su corazón, se acercaba a este célebre místico y asceta, para recibir de él, oración y palabras de aliento, al ser considerado como un hombre sabio, capaz de leer los pensamientos de pecado y orientar las personas a salvarse de ellos.
El retiro de San Juan de Licópolis, incluyó todo tipo de contacto con el mundo material y personas, pero eso, no impidió a este anacoreta, considerado padre de los ascetas cristianos, ignorar su vocación de entrega y ayuda al prójimo y le permitió vencer varias veces la tentación carnal.
San Juan de Licópolis, tuvo igualmente facultades proféticas y de curación milagrosa. Mantuvo inapetencia durante tres días antes de fallecer, prediciendo de igual modo su muerte, en el año 394. Su cuerpo, fue hallado, días después, en posición de oración.
