San Juan de Dios. Fue un santo de origen portugués, nacido en 1495, destacado por haber llevado una vida de larga penitencia y martirio, impuesto por él mismo en redención a lo que consideraba una vida de pecados y desaciertos espirituales, quien luego se convirtió al cristianismo y desarrolló una extraordinaria piedad. Es el santo que conmemoramos el 8 de marzo.
San Juan de Dios, fue pastor y comerciante, luego soldado. Convertido cristiano hacia la edad de cuarenta años, se consagró al cuidado de los dementes y se mostró en esta tarea como un verdadero innovador al mismo tiempo que un santo de heroísmo sobrehumano. De su apego a la caridad cristiana, fundó la orden de los Hermanos Hospitalarios que lleva su nombre y que fue reconocida de manera oficial en el año 1586.
La vida de San Juan de Dios fue inusual si se le comprara con la de muchos hombres santos, ya que su formación religiosa fue innata. Trabajó como pastor en una finca donde era muy apreciado por el dueño, al extremo de haberle ofrecido en matrimonio a su hija, lo cual rechazó por no querer tener ningún tipo de compromiso. Posteriormente trabajó de comerciante ofreciendo libros y estampas religiosas, hecho que quizá lo invitó a interesarse por las cosas espirituales.
Su origen familiar fue muy pobre pero dotado de gran piedad y enseñanzas cristianas. Una vez que recibió el llamado de Dios, San Juan se sintió profundamente comprometido con su propia redención al considerarse pecador, por lo que decidió expiar su martirio en un manicomio, pasándose por demente con el solo fin de ser humillado y castigado. Fue en ese etapa donde descubrió que sentía compasión y piedad hacia los enfermos, estimando injusto el trato cruel que se les daba.
A su egreso y decisión que le fuera sugerida por su mentor espiritual, San Juan del Ávila, abandona su auto martirio y se dedica de pleno a la fundación de hospicios para atener enfermos y necesitados. Su dedicación a los enfermos fue notable y milagrosa. Falleció en Granada, España el 8 de marzo de 1550, siendo canonizado el 1 de septiembre de 1630, por el Papa Alejandro VIII. El Papa León XIII, lo declaró patrono de los Hospitales y enfermeros.