San Policarpo de Esmirna. Es quizá uno de los mártires mas notorios de la historia del cristianismo primario, originario. Aunque San Policarpo no estuvo directamente en contacto con los primeros apóstoles de Jesús, fue discípulo de San Juan y recibió, en las sagradas escrituras, un reconocimiento al ser mencionado por su gran piedad y dedicación. Es el santo que conmemoramos el 23 de febrero.
San Policarpo de Esmirna fue discípulo de San Juan y fue obispo de Esmirna en Asia Menor. Fue condenado a la hoguera en el año 156, cuando tenía 86 años. Aceptó el martirio con ánimo, tranquilo y alegre. El relato de su prisión y de su suplicio nos muestra su admirable calma y la veneración que sentían por su anciano obispo los cristianos de Esmirna.
La historia de su martirio es una de las paginas más hermosas que nos ha legado la antigüedad cristiana. Ningún pasaje mejor escogido para cualquier epístola, que la hecha por San Juan al referirse al regalo de la vida como señal distintiva de los verdaderos discípulos del salvador.
San Policarpo de Esmirna, nos regala con su martirio una verdadera enseñanza de entrega a Dios y de absoluta fe en la salvación y vida eterna. Cuando San Policarpo fue entregado a las autoridades romanas, traicionado por alguien de su entorno, este fue torturado y constreñido a renegar de su fe, pero se negó al punto que fue condenado a morir n la hoguera.
La muerte de San Policarpo de Esmirna se produjo rodeada de una fuerte conmoción que surgió a partir del aroma que emanaba de su cuerpo en llamas, las cuales parecían elaborar a su alrededor, un halo de luz celestial. Fue entonces cuando sus cancerberos recibieron al orden de lacerar y atravesar su corazón con una lanza, y cuentan quienes presenciaron este martirio, que de su pecho salió una luminosa paloma blanca, señal de la pureza de su alma.
