El 5 de enero, la Iglesia Católica celebra a San Simón el Estilita, un santo singular que abrazó un estilo de vida extremo para dedicarse completamente a Dios. Su vida, marcada por su residencia en lo alto de una columna durante décadas, es un testimonio de profunda fe, penitencia y entrega total al Creador.
Los Primeros Años de San Simón
San Simón nació en el año 388 en Sisán, una aldea de la actual Turquía, en el seno de una familia cristiana humilde. Desde joven, mostró un interés inusual por la vida espiritual. Se dice que su llamado a la santidad surgió después de escuchar las Bienaventuranzas en la iglesia, quedando particularmente impactado por la frase: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados».
A los 16 años, Simón decidió ingresar a un monasterio, donde vivió como monje durante varios años. Su devoción y rigor en las prácticas espirituales lo llevaron a destacarse rápidamente, pero su inclinación hacia una vida aún más austera y radical lo llevó a buscar un camino solitario para acercarse más a Dios.
La Vida en la Columna
En busca de una mayor conexión con lo divino, San Simón adoptó un estilo de vida completamente único: decidió vivir en lo alto de una columna, apartándose del mundo pero sin aislarse completamente de las personas. Su primera columna, de unos tres metros de altura, fue solo el inicio de su ascensión espiritual y física. Más tarde, se trasladó a columnas más altas, llegando finalmente a una de casi 20 metros, donde vivió durante más de 30 años.
Desde lo alto de la columna, San Simón dedicaba su tiempo a la oración, la meditación y la penitencia, soportando las inclemencias del clima y las privaciones físicas. A pesar de su aislamiento, mantenía contacto con quienes venían a visitarlo, aconsejando a los peregrinos y predicando a todos aquellos que buscaban guía espiritual.
La gente comenzó a verlo como un santo viviente, y su fama se extendió rápidamente por todo el Imperio Romano. Multitudes acudían a él en busca de consejo, oraciones y milagros. Aunque San Simón vivía apartado, su influencia espiritual tocó a miles de personas, incluidos emperadores y líderes religiosos.
Un Testimonio de Penitencia y Fe
La vida de San Simón el Estilita fue un testimonio extremo de penitencia y renuncia al mundo. Para muchos, su estilo de vida puede parecer incomprensible o incluso excesivo, pero en su contexto histórico, representaba una respuesta radical al llamado evangélico de dejarlo todo por Cristo.
San Simón no solo buscaba su propia santificación, sino también dar un ejemplo visible de la prioridad de las cosas celestiales sobre las terrenales. Su vida sobre la columna era una constante predicación sin palabras, un recordatorio de que la verdadera riqueza y felicidad se encuentran en Dios.
Aunque sometía su cuerpo a un rigor extremo, San Simón no descuidó su papel como guía espiritual. Su amor por Dios se manifestaba también en su preocupación por las almas de los demás, dedicando tiempo a escuchar las necesidades de quienes venían a él y a interceder por ellos en oración.
Su Muerte y Legado
San Simón el Estilita murió el 5 de enero del año 459, después de haber vivido más de tres décadas en lo alto de una columna. Su muerte fue profundamente sentida por la multitud que acudía regularmente a visitarlo, y su cuerpo fue trasladado con gran veneración a Antioquía, donde se construyó una basílica en su honor.
El legado de San Simón trasciende su estilo de vida único. Para muchos, su testimonio es un recordatorio de que la santidad puede tomar formas inesperadas y que el deseo de buscar a Dios debe ser el centro de la vida cristiana. La tradición de los estilitas, que vivían sobre columnas en imitación de San Simón, continuó durante siglos, especialmente en el Oriente Cristiano.
Inspiración en la Vida de San Simón el Estilita
San Simón el Estilita nos invita a reflexionar sobre la profundidad de nuestra propia fe y la disposición a buscar a Dios en medio de las dificultades. Su vida nos recuerda que el camino hacia la santidad no es uniforme y que, aunque no todos estamos llamados a un estilo de vida tan radical, sí estamos llamados a poner a Dios en el centro de nuestras vidas.
En un mundo lleno de distracciones y comodidades, San Simón nos desafía a preguntarnos qué estamos dispuestos a dejar por seguir a Cristo y cómo podemos dar testimonio de nuestra fe en nuestra vida diaria. Su ejemplo de oración constante, sacrificio y amor por los demás sigue siendo una fuente de inspiración para quienes buscan una relación más profunda con Dios.
La festividad de San Simón el Estilita, celebrada el 5 de enero, es una oportunidad para redescubrir el valor del silencio, la oración y el sacrificio en nuestra vida espiritual. Que su ejemplo nos anime a buscar siempre a Dios con un corazón ardiente y una fe inquebrantable.