La Iglesia celebra la festividad de San Columba el 9 de junio, en conmemoración de su paso a la vida eterna. Este día es un momento sagrado en el que recordamos su vida y su trabajo, sus sacrificios y las bendiciones que trajo al mundo.
Este día es especialmente celebrado en Escocia, Irlanda y otras regiones de origen celta, donde San Columba dejó una marca profunda con su ministerio. Los fieles se reúnen para orar, leer sus hagiografías y reflexionar sobre las enseñanzas y el ejemplo de vida que nos dejó.
Vida e Historia de San Columba
Nacido en el año 521 en Gartan, Irlanda, en una familia de alta linaje, San Columba (también conocido como Colmcille) desde temprana edad mostró una profunda inclinación hacia la vida religiosa. Fue educado por sacerdotes y monjes, absorbiendo con avidez la doctrina cristiana y desarrollando un profundo amor por las Sagradas Escrituras.
Monje y Misionero
A los veinte años, San Columba ingresó al monasterio de Clonard, donde fue discípulo de San Finnian. Con el tiempo, su reputación de santidad y sabiduría creció, y fundó varios monasterios en Irlanda, incluyendo Derry, Durrow y Kells.
En 563, a raíz de un conflicto que resultó en la Batalla de Cúl Dreimhne, San Columba decidió autoexiliarse a Escocia como penitencia, jurando ganar tantas almas para Cristo como las que se perdieron en la batalla. Aquí estableció el monasterio de Iona, desde donde llevó a cabo su ministerio en Escocia.
Apóstol de los Pictos
San Columba es mejor conocido por su labor misionera entre los Pictos de Escocia. Con valor y fe, atravesó las tierras altas y las islas de Escocia, llevando el Evangelio a aquellos que nunca lo habían escuchado. Su influencia no sólo se extendió a los habitantes comunes, sino también a los reyes y líderes pictos.
Beatificación y Canonización
San Columba murió en Iona el 9 de junio de 597, habiendo pasado los últimos años de su vida transcribiendo libros de la Biblia y orando. La comunidad que dejó atrás continuó su labor, y la influencia de su monasterio de Iona se extendió por toda Escocia e Inglaterra.
La veneración a San Columba comenzó inmediatamente después de su muerte y se extendió rápidamente por toda la Iglesia. La Iglesia reconoció su santidad, y su culto fue confirmado por la Iglesia Católica, siendo canonizado en un tiempo cuando el proceso formal de canonización aún no existía.
A través de los siglos, San Columba ha sido recordado y honrado como un hombre de gran fe y coraje, cuya vida y trabajo ayudó a moldear el cristianismo en las Islas Británicas. Su legado perdura, recordándonos el poder del Evangelio para transformar culturas y corazones.
