San Amós nació en el siglo VIII a.C., en la pequeña aldea de Tecoa, situada en Judá, una región del antiguo Israel. Era un hombre sencillo, un pastor y cultivador de higos, que fue llamado por Dios para ser profeta y transmitir su palabra al pueblo. Celebramos su santoral el día 30 de marzo.
El llamado de San Amós
Un día, mientras San Amós cuidaba sus rebaños y atendía sus higueras, el Señor se le apareció y lo llamó a ser su mensajero. Aunque al principio, Amós se mostró renuente, aceptó la misión encomendada por Dios, convirtiéndose en profeta y dedicando su vida a predicar la justicia y la misericordia divinas.
Las profecías de San Amós
San Amós fue un profeta en tiempos difíciles para Israel, pues la injusticia y la opresión reinaban en la sociedad. Sus profecías, recogidas en el Libro de Amós en el Antiguo Testamento, denunciaban la corrupción y la explotación de los pobres por parte de los ricos y poderosos. Advertía sobre el juicio y castigo de Dios a aquellos que desoyesen Su palabra.
Entre sus profecías más conocidas, se encuentra la visión de la langosta, en la que Dios envió una plaga de langostas para castigar al pueblo, pero al interceder San Amós, el Señor se apiadó y detuvo la plaga. También profetizó sobre el «Día del Señor», un tiempo de juicio y tribulación para aquellos que se alejasen de Dios y Su justicia.
Milagros de San Amós
Aunque la vida de San Amós no estuvo llena de milagros sobrenaturales, como sucede con otros santos, sus palabras y acciones fueron verdaderos milagros de amor y justicia. Por ejemplo, cuando intercedió ante Dios para detener la plaga de langostas, demostró su compasión por el sufrimiento del pueblo y su deseo de protegerlos de la ira divina.
Asimismo, las profecías de San Amós fueron milagros de sabiduría y discernimiento, pues a través de ellas, Dios reveló Su plan y propósito para Israel. A pesar de enfrentarse a la hostilidad y persecución de las autoridades, San Amós nunca dejó de cumplir su misión profética y de llamar al arrepentimiento y la justicia.
La vida de San Amós llegó a su fin en el año 745 a.C., pero su legado continúa vivo en la Iglesia y en la memoria de los creyentes. Sus enseñanzas nos recuerdan la importancia de la justicia social y el cuidado de los más vulnerables, y su ejemplo de humildad y obediencia a la voluntad de Dios nos inspira a seguir su camino.
Veneración de San Amós
A lo largo de los siglos, la figura de San Amós ha sido venerada como un ejemplo de santidad y compromiso con la justicia de Dios. Su fiesta se celebra el 31 de marzo, fecha en la que recordamos su vida y sus enseñanzas, y hacemos nuestras peticiones a él para que interceda ante Dios por nosotros.
Santoral del día 31 de Marzo:
- San Benjamín: Diácono y mártir del siglo V, fue arrestado por predicar el cristianismo en Persia y sufrió martirio durante la persecución del rey Vararanes V.
- San Acacio: Monje benedictino del siglo VII y abad del monasterio de San Juan en Lérins, Francia, conocido por su sabiduría y santidad.
- San Balbina: Mártir romana del siglo II, hija de San Quirino, tribuno romano y mártir. Balbina fue bautizada por el Papa San Alejandro I y luego sufrió el martirio durante la persecución del emperador Adriano.
- San Guy de Pomposa: Abad del siglo XI que fundó el monasterio de Pomposa en Italia, donde se llevó a cabo una profunda reforma de la vida monástica.
