Hoy se celebra la memoria de San Cayetano Errico, hermano religioso y dedicado misionero, entregado al servicio en nombre del Señor, cuyo trabajo también le permitió servir ante el pueblo como presbítero e incluso, integrar de manera constante los retiros para fortalecer el espíritu, fomentando la oración y profunda reflexión en los mismos, convirtiendo a pecadores y mejorando a los novicios, con mayor integración ante las lecciones católicas.
Proveniente de Nápoles, Italia, el joven Cayetano, conocido desde su nacimiento como Gaetano, fue el hijo de dos humildes trabajadores, siendo su padre el encargado de una fábrica artesanal. Con el esfuerzo y sacrificios constantes, los padres de Cayetano le envían a estudiar en una comuna, aprendiendo sobre el Señor y adquiriendo conocimientos sobre figuras santas, haciendo que su interés en la vida religiosa incremente hasta pedir voluntariamente, el ingreso a los Capuchinos.
Los sacrificios y fervientes deseos de San Cayetano Errico
Difíciles pruebas vienen para el joven Cayetano, quien se propone ingresar como novicio ante diversas órdenes que le rechazan por la edad, sin embargo, su deseo de convertirse en sacerdote predomina y se propone trabajar con intensa pasión para lograr su sueño. Pese a las dificultades económicas, toma los largos caminos para llegar al monasterio, adquiriendo fama de santo y rezando el santo rosario todos los domingos, enseñándoles catecismo a los niños del pueblo.
El ejercicio y misiones espirituales del santo
Obteniendo el sacerdocio, San Cayetano se dedica a servir ante el Señor bajo cuatro doctrinas propias, el servicio ante los pobres, los enfermos, los pecadores y los afligidos en espíritu. En una ocasión, es testigo de una milagrosa aparición, siendo dirigido por un santo para crear una congregación, la cual logra llevar adelante para servir ante sus doctrinas. Finalmente, el santo parte en el año 1.860, siendo canonizado por Benedicto XVI, en el año 2.008.
