Hoy se conmemora la obra de San Juan Ogilvie, hombre dedicado a la divulgación de la palabra del Señor, sirviendo como presbítero hasta el fin de sus días y obteniendo grandes resultados al ganar seguidores para la iglesia. La santidad de San Juan Ogilvie, proviene de su pasión por el estudio, enfocándose durante gran parte de su tiempo en la tierra al análisis de la teología, con el fin de fortalecer su comprensión de la misma, recibiendo tras años de enseñanza, la gloria del martirio.
Nacido en el año 1.579, Juan Ogilvie recibió la gracia de una educación cristiana a temprana edad, siendo sus padres nobles servidores del Señor, quienes le enviarían en búsqueda de su propio camino religioso con las bases religiosas del calvinismo, practica en la que se reformaba la fe. El padre de Juan, interesado en aprovechar el potencial del muchacho, lo envía por diferentes países con el plan de reforzar sus creencias, donde aprende y se interesa por completo por el catolicismo.
El enfrentamiento religioso de San Juan Ogilvie
Encantando con la nueva religión que presentaban sus compañeros, Juan enfrenta una difícil decisión, ya que el rechazar su antiguo camino le llevaría al rechazo de su familia y los importantes valores que había obtenido. Finalmente, el joven opto por la iglesia católica, abrazando su amor por el Señor y las emocionantes ideologías que le presentaba, convirtiéndose en profesor de la teología que amaba con pasión y viajando con disfraces, evitando peligrosas persecuciones.
La humilde voluntad del santo contra la persecución
La fortaleza espiritual de San Juan Ogilvie lo popularizo en la clandestinidad de su creciente comunidad, hablando del Señor con elocuencia y gracia, visitando a diversos caballeros interesados en las obras de Cristo. En el año 1.615, el humilde padre fue traicionado y torturado en calabozos para forzarlo a traicionar a los compañeros católicos, sin embargo, el mismo prefirió sacrificar su vida para salvar a sus hermanos, siendo canonizado en el año 1.976, por Pablo VI.