Este 05 de octubre se celebra la vida de San Atilano de Zamora, dedicado religioso cuya facilidad para la dirección espiritual le convertiría en obispo, trabajando además en la asistencia de los necesitados al lado de San Froilán, realizando una magnífica labor de confesión y divulgación de la palabra del Señor pese a los peligros en tierras que habían recibido daños de musulmanes y rebeldes paganos, ya que el ser presbítero era arriesgado para los cristianos.
Con su llegada al mundo alrededor del año 850, el joven Atilano fue gratamente recibido en una familia noble, quienes le darían una educación humilde y religiosa para sentar las bases de un interés por el Señor. Para la época vivida de San Atilano, era complicado hacerse con los conocimientos adecuados para servir al Señor, sin embargo, el joven con quince años de edad conocería el Sagrado Libro, haciéndose con el sacerdocio y preparando su nueva dirección en vida.
El apacible destino de San Atilano de Zamora
Los años pasarían y el ahora sacerdote se encontraba agotado de la vida tradicional, por lo que decide retirarse a las lejanas montañas con el objetivo de profundizar en su fortalecimiento espiritual, lo que sería obra del Señor, cuidándole de una oleada de ataques contra religiosos acusados de robos, timos e incluso hechicería, tras llegarle las noticias, el agradecido santo busca refugio en la pequeña morada de un compañero y juntos idean el regreso de la fe para el pueblo.
La recuperación de confianza y la alabanza del Señor
Retirándose con mayor soledad, la misión de los dos santos permanecería intacta por breves semanas debido a la rápida fama que tendrían al comunicar con gracia la oración y la obra del Señor, haciendo que el pueblo recupere la fe y forme cultos para alabar el trabajo de los humildes compañeros. San Atilano es finalmente ascendido por las personas para obrar como obispo hasta el fin de sus días en el año 916, siendo canonizado por Urbano II.
