Hoy se conmemora la vida de San Lorenzo Imbert, religioso y humilde presbítero enviado a la misión de difundir la palabra del Señor en tierras extranjeras, quien además ejerció una labor maravillosa en la sanación de almas y el fortalecimiento del espíritu. Los valores del presbítero eran tales que no permitía el sufrimiento de otros y al presenciar el intento de martirizar a unos discípulos cristianos, ofreció el máximo sacrificio en bien de los demás.
Originario de Francia y nacido en el año 1.796, recibió fundamentos básicos sobre Dios por parte de sus padres, siendo enviado a un territorio lejano donde podría terminar los estudios con mayor contenido y obtener una mejor comprensión sobre el Señor. Debido a una época humilde en sus ingresos económicos, el joven Lorenzo realizo diversas tareas para pagar sus estudios, incluso la elaboración de rosarios y así poder matricularse.
La travesía de San Lorenzo Imbert
Con los estudios finalizados, Lorenzo no duda en ponerse en marcha, ya que su vocación le invitaba a realizar un servicio para la Sociedad dedicada a las Misiones Extranjeras, una organización de obras misioneras en tierras que requirieran ayuda espiritual, sin embargo, Lorenzo sería enviado primeramente a Paris para ser reprendido ya que no contaba con la edad legal para viajar. Para la ventaja de Lorenzo, el retraso le permitiría reflexionar y fortalecer su fe.
El valor del presbítero ante los ataques
Finalmente, el entusiasta presbítero es enviado a China, junto a otros compañeros misioneros para trabajar discretamente en la sanación de almas y el trabajo espiritual con gran cautela, ya que el territorio oriental poseía estrictas reglas en contra del cristianismo. Tras ser acusado y recibir diversas amenazas, el mismo se entregó con la esperanza de salvar cientos de perseguidos, siendo martirizado en el año 1.839 y canonizado por Juan Pablo II en el año 1.984.
