Hoy se conmemora la obra de San José de Cupertino, dedicado presbítero nacido en el año 1.603 en Italia, el cual llego al mundo de manera humilde, siendo el padre de un carpintero que apenas podía costear los alimentos de su familia. Siendo el niño tan pobre, las personas le miraban con cierto repudio e incluso tras presenciar su mal genio le trataban con mayor desprecio.
Desdichado y acostumbrado a la desgracia, el joven decidió iniciar un cambio desde sus diecisiete años de edad, tomando el oficio de zapatero hasta ser rechazado nuevamente debido a sus torpezas al trabajar. En el ámbito religioso es donde realmente podía destacar ya que cumplía con suma pasión los rezos y penitencias que esperaba fueran aprobadas por el Señor, tras su fracaso como zapatero otros intentos de labor surgirían hasta intentar aprobar para la casa de Dios.
La mala fama de San José de Cupertino y el cambio inesperado
El torpe desempeño de José le trajo mala reputación, haciendo que todo intento de este para ingresar en conventos terminara en rechazos o tratos inferiores al poseer pocas capacidades en el cumplimiento de sus deberes, rompiendo los platos o directamente olvidando sus asignaciones, hasta ser apoyado por su madre para ingresar en el convento de Grotella, generando un crecimiento espiritual digno de admiración y siendo recomendado para el sacerdocio.
Los milagros otorgados tras el rechazo
Con una nueva meta en mente, el ahora novicio de Cupertino, intentaba obtener el grado de sacerdote, siendo algo descuidado en sus estudios, pero logrando exitosamente su meta. Al convertirse en sacerdote las acciones del santo solo se podían resumir en milagros y hechos sobrenaturales como la levitación de su cuerpo. Finalmente, con dulzura y buena fe, el padre falleció en el año 1.663, siendo canonizado por Clemente XIII en el año 1.767.