Hoy se conmemora la obra de la Beata Eugenia Picco, virgen encargada de transmitir el mensaje de Dios mediante una fundación de veloz crecimiento mientras cuidaba a las religiosas que se reconfortaban con sus enseñanzas, promoviendo además el respeto y los valores de las damas, la dignidad y la recompensa divina en comprometerse con Cristo.
Proveniente de Italia y nacida en el año 1.867, la joven Eugenia fue principalmente educada por sus abuelos mientras sus padres, quienes se ocupaban con la industria de la música, ocupaban la mayoría de su tiempo preocupados por atracciones que terminaron alejándoles de la pequeña, sin embargo, pese a crecer en un ambiente desfavorable y totalmente alejado de los valores adecuados, Eugenia comienza notar en su corazón la persistente necesidad por reflexionar y orar.
El nuevo camino para la Beata Eugenia Picco
Buscando una alternativa al ambiente que encontraba en su hogar, Eugenia huye para encontrar el refugio ideal en la comunidad de Hijas de Corazones Sagrados al servicio de Jesús y María, quienes al ver la situación de la joven le reciben con amor, piedad y ofreciendo toda la comprensión de los miembros. El tiempo en la comunidad hace que los deseos por servir a Cristo aumenten en la futura beata, quien muestra simpleza, generosidad y calidez espiritual.
Las muestras del deber y la salud de la beata
Con grandes deseos, la beata Eugenia comienza a enseñar un amplio abanico de habilidades de gran utilidad en su hermandad, desde instruir a las jóvenes en música, canto y dar clases de francés, ascendiendo como superiora general e impulsada por el amor por Cristo. Finalmente, por un estado delicado de salud, la beata parte en el año 1.921, siendo canonizada por Juan Pablo II en el año 2.001.